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El reconocido futbolista Quincy Promes, quien alguna vez brilló en equipos como el Sevilla y el Ajax, enfrenta ahora uno de los capítulos más oscuros de su vida. Promes, de 33 años, fue extraditado desde Dubái hacia los Países Bajos para cumplir dos sentencias: una por su implicación en un caso de narcotráfico y otra por agredir físicamente a un familiar.
La noticia ha causado revuelo en la prensa europea y mundial, no solo por la gravedad de los cargos, sino por el perfil público del exjugador.
La historia comenzó a tomar forma en 2020, cuando las autoridades neerlandesas lo vincularon con el tráfico de más de 1.300 kilos de cocaína procedentes de Brasil. Mientras tanto, ese mismo año, durante una celebración familiar, el futbolista fue acusado de atacar con un arma cortopunzante a su primo, causando lesiones graves.
Aunque ambos procesos se encontraban en apelación, su captura en Dubái aceleró su traslado a territorio europeo para enfrentar las decisiones judiciales.
La extradición se llevó a cabo bajo estrictas medidas de seguridad. Inicialmente, las autoridades planeaban enviarlo en un vuelo comercial, pero finalmente optaron por un vuelo chárter, debido a preocupaciones por su seguridad y privacidad. Así, Promes regresa a su país natal, pero no para pisar la cancha, sino para responder ante la justicia.
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Quincy Promes no era un nombre desconocido en el mundo del deporte. Su paso por clubes como el Spartak de Moscú, el Ajax y el Sevilla lo posicionó como uno de los delanteros más prometedores de su generación. Sin embargo, su carrera dio un giro inesperado al ser relacionado con delitos graves. En rebeldía, fue condenado a seis años por narcotráfico y a 18 meses por agresión.
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En el caso de narcotráfico, las investigaciones señalan que estuvo implicado en la importación de dos cargamentos de estupefacientes que llegaron a Amberes desde Brasil. Esta operación delictiva terminó por enredar al futbolista en una red con supuestos vínculos internacionales.
Por otro lado, la agresión a su primo durante una fiesta en 2020, donde lo atacó en la rodilla, también terminó en una condena y un proceso civil por el que debe pagar indemnización.
Ambas condenas se dictaron mientras Promes se encontraba fuera del país, primero en Rusia y después en Emiratos Árabes, donde continuaba su carrera. A pesar de haber declarado que volvería para apelar, las autoridades decidieron no esperar más y proceder con la extradición, argumentando riesgo de fuga y la necesidad de garantizar justicia.
El panorama para Quincy Promes es complejo. A su llegada a los Países Bajos deberá enfrentar los procesos judiciales que había postergado. Aunque su defensa alega que todavía hay argumentos para revertir las condenas en la instancia de apelación, lo cierto es que el escándalo ha dejado una marca difícil de borrar en su reputación.
El Ajax, uno de los clubes más importantes de los que formó parte, lo traspasó en 2021 al Spartak de Moscú por una suma considerable, aunque menor a la inversión inicial. Hoy, su legado futbolístico parece desvanecerse frente a los titulares judiciales que lo acorralan. Las autoridades continúan investigando si existen otros involucrados en los hechos y si el futbolista tiene nexos más profundos con organizaciones criminales.
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