El mandatario confesó durante una entrevista a la Revista People el pavor que le producen los muñecos de nieve: le parecen escalofriantes y le recuerdan a un muñeco diabólico.
“Si veo uno de esos en mi dormitorio, me mudo", dijo.
Los trabajadores de la Casa Blanca aprovecharon la confesión del presidente y llenaron el edificio presidencial en Washington de estos ‘tenebrosos’ muñecos.
Obama aún no se muda, pero sí se ríe de la inocentada, según publicó su fotógrafo oficial, Pete Souza.