Daniela Ospina, una figura que ha trascendido como empresaria y atleta, cautiva a su fiel comunidad en redes sociales con mensajes de bienestar y empoderamiento femenino.
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Más allá de su faceta pública, su vida personal, especialmente su rol como madre de Salomé Rodríguez –fruto de su relación con James Rodríguez–, sigue generando gran interés.
Recientemente, Ospina se sinceró en una entrevista para "Deja el chou", un formato audiovisual con Daniela Di Giacomo, donde abordó los matices de su proceso personal y, en particular, la crianza de su hija.
Ospina, quien se casó y fue madre a una edad temprana, confiesa que su vida "ha sido bien rapidita".
Relató cómo a los 18 años, su prometedora carrera en el voleibol de alto rendimiento –con la posibilidad de estudiar y jugar en Estados Unidos– quedó en pausa tras enamorarse y decidir enfocarse en su aspecto sentimental y familiar.
Aunque esta decisión la llevó a casarse y darle la bienvenida a Salomé, la empresaria reveló que este camino implicó un proceso de sanación personal, el cual logró "el año pasado".
Un encuentro fortuito en un evento deportivo de su hija en 2024, donde se reencontró con la persona que gestionó su oportunidad universitaria, la hizo revivir esa etapa. Sin embargo, al mirar a Salomé, Daniela reafirmó la "gran elección" que hizo al convertirse en madre, llenándola de paz.
En el corazón de su método, Daniela Ospina describe su filosofía de crianza como un equilibrio delicado: "Yo soy de un de un jaloncito epa vamos a a hacer es la ¿Cómo es crianza respetuosa pero con límites serios".
Reconoce que, al ser mamá muy joven, "prácticamente me estaba criando con ella", entregándole muchos años de dedicación plena a su primogénita.
Fue alrededor de los 25 o 26 años de edad de Daniela, cuando Salomé tenía 6 años, que la empresaria sintió la necesidad de "pensar en mí" y "darme un poquito más", priorizando momentos personales como el entrenamiento matutino.
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Esta evolución en su maternidad se entrelaza con las lecciones aprendidas de su propia infancia. Aunque valora los "valores" inculcados por sus padres, Daniela cuestiona algunas prácticas de antaño, como el uso de la "chancla voladora", preguntándose si esas formas son realmente las más adecuadas hoy en día.
Ella busca una "crianza respetuosa para ambas" partes, tanto para sus hijos como para sus propios principios como madre, enfatizando que "tampoco es todo lo que diga el niño".
Como madre, Daniela se guía por una "intuición" o "sexto sentido", que le permite percibir cuando Salomé no dice la verdad, incluso a distancia. No obstante, también es consciente de sus propios errores y no duda en reconocer cuando se equivoca ante su hija.
Daniela Ospina adopta una postura de "un día a la vez" en la crianza, sin "predisponerse" excesivamente a los desafíos que puedan surgir, viendo la maternidad como una "montaña rusa" de experiencias.
Esta perspectiva se vio reforzada por la pérdida de su padre hace cinco años, un suceso que le enseñó a no vivir "con tanto afán" y a valorar el tiempo compartido con los seres queridos por encima de todo. Esta vivencia le reafirmó que lo primordial es el "tiempo que dedicamos" y que la vida "se resume en decisiones constantes".
La empresaria se enfoca en forjar una "mente fuerte" en sus hijos, similar a la educación que recibió. Explica que está bien sentir y procesar las emociones, pero es crucial no estancarse en ellas, promoviendo una actitud de seguir adelante: "llora pero sigue jugando voleibol".
Compartió una anécdota en la que, antes de un casting, Salomé le pidió ir al baño para llorar. Daniela le permitió hacerlo, y tras secar sus lágrimas, regresaron como si nada hubiera pasado, un ejemplo claro de su filosofía.
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