El estudio de los primeros fósiles de dinosaurio encontrado en Ecuador revela que esta nueva especie de titanosaurio , bautizada Yamanasaurus lojaensis, era de tamaño pequeño por la vegetación corta que predominaba en la región y de la que se alimentaba, según describió a la AFP un investigador durante una entrevista telefónica.
"Parece tenía una coraza protectora en el lomo y era herbívoro, por lo que debió adaptarse al tipo de vegetación corta, de no más de tres metros, existente en la zona, que habría determinado su tamaño", explicó a la AFP el ecuatoriano Galo Guamán, jefe del equipo de la Universidad Técnica de Loja (UTPL), que auspició la investigación y anunció la víspera sus resultados.
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Para ser un dinosaurio, el titanosaurio descubierto era "pequeño, de un largo de seis metros y aproximadamente de dos metros de altura (aunque) por su cuello largo tal vez alcanzaba los tres metros ", detalló el investigador.
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El viernes, la UTPL anunció "el hallazgo del primer fósil de un vertebrado de gran dimensión del período Cretácico en el país", en una conferencia de prensa en la provincia de Loja, ubicada en el sur de Ecuador y donde fueron encontrados los restos en 2017.
Guamán explicó también que fue el paleontólogo argentino Sebastián Apesteguía quien a través de tomografías y varios análisis comparativos estableció que "la morfología de las vértebras encontradas, pertenecen a una nueva variedad diferente a las halladas en Argentina".
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El nombre de Yamanasaurus lojaensis hace referencia a la localidad donde se dio el hallazgo: Yamana, que se sitúa en el valle Casanga de la provincia de Loja, a un promedio de 900 metros de altura y con clima cálido seco.
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Los fósiles fueron ubicados en el período Cretácico, asignados al género de los saltasaurinos, un grupo de saurópodos que vivieron entre 85 y 65 millones de años atrás, y se los considera como los últimos en aparecer, casi al borde de la extinción del grupo, según el estudio revelado la víspera.
"La edad del fósil fue determinada por correlación geológica , por las muestras de rocas que corresponden al periodo Maastrichtiense, la última fase del Cretácico, antes de la caída del meteorito que extinguió a los dinosaurios", explicó Guamán.
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Ahora seguirán los estudios. "Vamos a determinar las relaciones con otros organismos, posiblemente hubo un depredador que convivió con esta variedad e incluso tal vez hubo alguna ave", dijo.
El investigador de 51 años y nativo del mismo valle de Casanga, dijo que en Ecuador no se habían dado hallazgos de este tipo por las características del "terreno, que ya ha sido erosionado con el paso del tiempo".
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"Estos restos pudieron quedar al descubierto por dos razones, una por afloración de material por las crecientes de los riachuelos en el invierno que limpiaron el sector dejando las muestras expuestas; o la otra es que a finales de los noventa hubo prácticas mineras que pudieron generar un movimiento de tierras y que desenterraron algunos vestigios", detalló.
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En este caso, durante un recorrido de campo que Guamán suele realizar con sus estudiantes de Geología, un anciano de la localidad de Yamana fue el que dio la primera pista sobre los fósiles, hace más de dos años.
"Tengo una roca especial", dijo el octogenario Francisco Celi a estudiantes y profesores. Y les mostró lo que había encontrado años atrás.
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" Se trataba de la vértebra sacra de la cola del ejemplar , con esa porosidad de los huesos, pero siliciada (petrificada)", contó Guamán.
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El lugareño condujo entonces a los geólogos al lugar donde la encontró y comenzó el mapeo.
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Además de Guamán también participaron en la investigación los ecuatorianos Jhon Soto y José Tamay, igualmente docentes de Geología de UTPL.
Se encontraron más vestigios, "piezas más pequeñas y livianas" , pero, como los técnicos eran solo geólogos, buscaron especialistas en fósiles en otros países hasta dar con Apesteguía en Argentina.
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Tras enviarle fotos, motivaron al experto a visitar Loja para dar charlas de Paleontología. El argentino, al palpar en vivo los vestigios y visitar la zona de descubrimiento, procedió a analizarlos a fondo.
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Entonces se conformó un equipo científico del argentino Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), que trabajó en el caso, liderado por Apesteguía y su compatriota Pablo Ariel Gallina.
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