El sistema educativo en Colombia es criticado por muchos y lo cierto es que a nivel mundial somos uno de los países con niveles bajos en este ámbito, teniendo en cuenta que para varios sectores, sobre todo estratos entre 1 y 3, estudiar es un privilegio al que muchos no pueden acceder. Si bien es cierto que el Gobierno Nacional ha presentado estrategias y subsidios que alivian la situación, la tasa de deserción estudiantil sigue siendo alta.
A esto se le ha sumado la polémica sobre estudiantes que llevan décadas matriculados y que no culminan sus estudios. La problemática fue compartida por Julián Rendón, gobernador de Antioquia, quien aseguró que hay una lista de más de dos mil estudiantes que llevan desde 14 hasta 39 semestres en instituciones de educación superior.
Pues bien, luego de estas declaraciones se conoció el testimonio de Carlos Posada, gracias a una entrevista realizada por Canal 1. Un nombre que resuena en los pasillos de la Universidad de Antioquia durante cuatro décadas. Su compromiso con el aprendizaje ha marcado una notable permanencia en la institución, generando tanto admiración como críticas. Mientras algunos lo ven como un ejemplo de amor por el conocimiento, otros cuestionan su elección de ocupar un cupo que podría ser aprovechado por jóvenes en busca de oportunidades educativas.
Posada, motivado por su pasión por aprender, defiende su prolongada estancia en la universidad como una decisión personal. "En la universidad nadie me ha limitado a que no haga nada distinto, que es lo que yo hago que es no perturbar a nadie más. Yo entro por cualquier puerta de la universidad y uno aquí respira paz", compartió Posada, enfatizando en su conexión con el ambiente académico.
Tuve un hijo, me separé de la universidad los tres años porque estaba matado con hijo. Volví y aquí estoy. Terminé mi carrera como en 40 años, pero aquí estoy y sigo viniendo y vendré.
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Sin embargo, su caso plantea preguntas profundas sobre la equidad en el acceso a la educación superior. Mientras Posada elige continuar su educación por décadas, muchos jóvenes de escasos recursos se ven obligados a enfrentar dificultades financieras y sacrificios personales para obtener un título universitario. La falta de tiempo para trabajar mientras estudian resulta en una prolongación de sus estudios y en la ocupación de cupos que podrían ser utilizados por otros.
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