Los compañeros de estudios gentiles y generosos no siempre salen perdiendo a la larga y los egoístas imbéciles no siempre salen ganando, según una investigación sobre la carrera de graduados universitarios que publicó este lunes la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los investigadores de la Universidad de California, en Berkeley, encabezados por el profesor Cameron Anderson, analizaron el curso de la vida profesional de individuos que habían sido egoístas en su trato con los compañeros desde la universidad o sus estudios de postgrado para ver adónde habían llegado en sus carreras 14 años más tarde.
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"Me sorprendió la coherencia de las conclusiones", comentó Anderson, quien trabajó en este estudio con el profesor de psicología Oliver John. "Independientemente del individuo o del contexto, el carácter y el comportamiento desagradables no dieron a las personas una ventaja de poder, ni siquiera en las organizaciones con la cultura más competitiva", dijo.
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Los investigadores llevaron a cabo dos estudios de individuos que habían completado evaluaciones de personalidad en sus estudios de grado o maestrías en administración de empresas en tres universidades.
¿Qué caracteriza a un egotista cicatero? Los participantes habían completado una evaluación -denominada Inventario de Cinco Grandes (BFI, en inglés)- que se sustenta en el consenso general entre los psicólogos acerca de cinco dimensiones de personalidad fundamentales: apertura a la experiencia, atención del entorno, extraversión, neuroticismo y capacidad para llegar a acuerdos.
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Los investigadores encuestaron a algunas de estas personas más de una década después de su graduación para determinar el poder y la jerarquía que habían alcanzado en sus sitios de trabajo, al igual que la cultura interna de esas organizaciones.
Asimismo, pidieron a los colegas de trabajo de los individuos estudiados que evaluaran la jerarquía y el comportamiento de los participantes en el lugar de empleo.
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Y en todo el conjunto, los investigadores hallaron que los individuos con rasgos de personalidad egoístas, engañosos y agresivos no eran más propensos a haber alcanzado más poder que quienes eran generosos, confiables y en términos generales amables.
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Esto no quiere decir que los desagradables con sus compañeros no alcancen posiciones de poder, sino simplemente que no llegan allí más rápido que otros y que el ser mezquino y cicatero no les ayuda.
Anderson explicó que esto ocurre porque cualquier incremento que obtengan mediante la intimidación en su cuota de poder tiene el detrimento de las malas relaciones personales que le sigue. En cambio, las personas extravertidas y generosas tienen más probabilidades de avanzar en sus organizaciones como resultado de su sociabilidad y energía para colaborar.
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"La mala noticia en esto es que las organizaciones tienden a poner individuos desagradables en puestos de mando con tanta frecuencia como ponen gente agradable", señaló el investigador. "En otras palabras -dijo-, las organizaciones permiten que los egotistas utilitarios obtengan poder de la misma manera que otros, aunque los egoístas con poder pueden causar daños graves a la organización".
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