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Novena de aguinaldos: ¿cuál es su orden y cómo se reza?

Te traemos la Novena de Navidad y te explicamos el paso a paso para leer correctamente las oraciones de cada día.

Niño en Navidad / Foto: Getty Images
Niño en Navidad
Getty Images

La novena de aguinaldos es un motivo que reúne a millones de personas católicas en Colombia y que toman con agrado esta fecha para realizar un conteo regresivo a la Navidad.

Todos los 16 de diciembre inicia la tan esperada novena de aguinaldos y con ella las reuniones; sin embargo, hay un detalle que se convierte en un pequeño “dolor de cabeza” para quienes deben dirigir la novena, pues, muchas veces no se tiene a la mano o no se tiene claro cómo debe rezarse.

Para sacarte de apuros, en La Kalle te solucionamos ese “problemita” ya que te enseñamos el paso a paso para rezar la novena de aguinaldos y, además, te la dejamos para que puedas rezarla sin problema.

¿Cómo se reza la novena de navidad?

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Esta novena tiene un orden y oraciones, el cual es el mismo para todos los días, lo único que cambia es la oración del día, según corresponda (día 1, día 2. Días 3…)

1. Lo primero que se lee es la Oración para todos los días.
2. Lo segundo es la oración del día (varía según el día de la novena en que vas)
3. Después va la Oración a la Santísima Virgen
4. Oración a San José
5. Gozos o aspiraciones para la venida del niño Jesús
6. Oración al Niño Jesús
7. Villancicos

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Novena de aguinaldos:

Bendición: En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu santo

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio.

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Yo, en nombre de todos los mortales os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio; y en retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació, y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna, y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces Gloria al Padre)

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Oración del día

Día primero

En el principio de los tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos; allí era la causa, a la par que el modelo de toda la creación. En esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén antes de que se dignara bajar a la Tierra y tomara visiblemente posesión de la gruta de Belén. Allí es donde debemos buscar sus principios que jamás han comenzado; de allí debemos datar la genealogía de lo eterno, que no tiene antepasados y contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.

La vida del Verbo eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa y sin embargo, ¡misterio sublime!, busca otra morada, una mansión creada. No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del género humano, que sin Él no podría verificarse. El pecado de Adán había ofendido a Dios y esa ofensa infinita no podía ser condonada sino por los méritos del mismo Dios.

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La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era pues necesario para salvarla y satisfacer su culpa, que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre la Tierra y con la obediencia a los designios de su Padre expiase aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía.

Era necesario, en las miras de su amor, que tomase la forma, las debilidades e ignorancias sistemáticas del hombre; que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para enseñarle a morir a sus pasiones y a su orgullo. Y por eso el Verbo eterno, ardiendo en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre también y así redimir al culpable.

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Oración a la Santísima Virgen

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecísteis que todo un Dios os escogiese por madre suya. Os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.

¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardásteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad.

Amén.

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(Se reza tres veces el Avemaría).

Oración a San José

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¡Oh, Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvísteis al Divino Niño, me abracéis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria).

Gozos

Coro

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Dulce Jesús Mío,
mi niño adorado:
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

1
¡Oh Sapiencia suma
del Dios soberano,
que a infantil alcance
te rebajas sacro!
¡Oh Divino Niño
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

2
¡Oh, Adonaí potente
que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah, ven prontamente
para rescatarnos,
y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

3
¡Oh raíz sagrada
de José que en lo alto​
presentas al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado
“Lirio de los Valles,
Bella flor del campo”!

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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

4
¡Llave de David
que abre al desterrado
las cerradas puertas
de regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño,
con tu blanca mano
de la cárcel triste
que labró el pecado!

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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

5
¡Oh lumbre de Oriente,
sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

6
¡Espejo sin mancha
santo de los santos,
sin igual imagen del
Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y en forma de niño,
da al mísero amparo!

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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

7
¡Rey de las naciones,
Emmanuel preclaro.
de Israel anhelo,
pastor de rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado
ya la oveja arisca
ya el cordero manso!

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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

8
¡Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío
como riego santo!
¡Ven hermoso Niño!
¡Ven Dios humanado!
¡Luce, hermosa estrella,
brota, flor del campo!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

9
Ven que ya María
previene sus brazos
do su Niño vean
en tiempo cercano!
¡Ven que ya José
con anhelo sacro
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

10
¡Del débil auxilio,
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano!

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¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

11
¡Véante mis ojos
de ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas!
¡Bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

12
¡Ven Salvador Nuestro
por quien suspiramos!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

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Oración al Niño Jesús

Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad tan agobiada y doliente:

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“Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.

Llenos de confianza en Vos, ¡Oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concedednos por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Vos, ¡oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica.

Amén.

Gloria al Padre...

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