
La vida de las estrellas suele parecer inalcanzable, pero algunas veces se abren puertas a su mundo íntimo, revelando historias profundamente humanas. Tal es el caso de María Cecilia Botero, una de las actrices más queridas de Colombia, quien en una reciente entrevista con Laura Acuña relató uno de los momentos más conmovedores de su vida: la despedida de su esposo David, su gran amor y compañero de alma.
Desde su primer encuentro, su historia fue poco convencional. Él era 25 años mayor y ella venía de una separación. Todo comenzó cuando la actriz estuvo a punto de rechazar un proyecto, pero David, con su chispa y carisma, la convenció de quedarse. En menos de un mes, se enamoraron perdidamente. Vivieron once años intensos y plenos hasta que, sin previo aviso, una hematuria llevó al diagnóstico devastador: cáncer renal con metástasis.
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María Cecilia Botero y la promesa cumplida más difícil de su vida
David decidió no someterse a tratamientos invasivos. En su lugar, compartieron un último año lleno de conversaciones profundas sobre la vida, el espíritu y el amor. Fue en ese espacio de introspección donde él le agradeció a María Cecilia por haberle mostrado que tenía un alma, por ayudarlo a descubrir una dimensión de sí mismo que desconocía. Además, agradeció poder ser padre de Mateo, un hijo que lo llenó de sentido en su última etapa.
Cuando el dolor físico se volvió insoportable, David le pidió algo más a María Cecilia: que no lo dejara morir solo ni conectado a máquinas. Le pidió morir en casa, tomado de su mano, con dignidad. Ella, con el corazón en vilo, le juró que así sería. La noche del 19 de septiembre, mientras se preparaba para su función teatral, él le preguntó: “¿Tú crees que ya es hora de que me vaya?”. Aunque destrozada, le respondió que sí. Él le prometió esperarla.
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Esa promesa se cumplió. A las 11 de la noche, al volver a casa, ella lo encontró dormido, pero realmente había caído en coma. Junto a su hijo Mateo, esperaron el desenlace. En la madrugada del Día del Amor y la Amistad, David abrió los ojos por última vez, los miró a ambos y se despidió con la mirada. Fue entonces cuando Mateo, con solo ocho años, gritó con el alma: “¡Dios furioso, Dios, ¿por qué me haces esto?! ¡Yo sí lo necesito, tú no lo necesitas!”.
El momento fue tan desgarrador como lleno de amor. María Cecilia había cumplido su palabra, estuvo con él, tomó su mano, y lo acompañó en sus últimos suspiros. La muerte, aunque dolorosa, fue también un acto de amor y entrega.
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María Cecilia Botero: lecciones de vida tras una despedida inolvidable
La pérdida de su esposo dejó un vacío inmenso, pero también una enseñanza de vida para María Cecilia Botero. A través del dolor, encontró fortaleza para guiar a su hijo en el duelo y para mantener viva la memoria de su compañero. Hoy, desde la serenidad que da el haber amado profundamente, comparte su historia con el país.
Más allá del brillo de la televisión, su relato es una muestra de humanidad, fidelidad y amor verdadero. En tiempos donde muchas historias se olvidan, la suya permanece como un recordatorio de que los vínculos auténticos trascienden incluso la muerte.
Así, María Cecilia Botero no solo sigue siendo una figura admirada por su talento, sino también por la valentía con la que ha enfrentado la vida… y la despedida más difícil de todas.
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