
El color del plato influye más de lo que imaginas en tu apetito y percepción de la comida.
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Según investigaciones realizadas por la Universidad de Oxford, la vajilla no solo sirve como soporte para los alimentos, sino que también puede influir en la cantidad que ingerimos, en cómo percibimos el sabor e incluso en nuestras decisiones alimenticias diarias.
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La psicología del color, ampliamente usada en el marketing y la moda, también tiene impacto en la alimentación.
De hecho, el color de los platos en los que comemos puede estar incitándonos —sin que lo notemos— a comer de más, o, por el contrario, a sentirnos satisfechos antes de tiempo.
Blanco: ¿inocente o engañoso?
En muchos hogares colombianos es común encontrar vajillas blancas con pequeños bordes decorativos, generalmente flores.
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Aunque este tipo de vajilla centra la atención en los alimentos y resalta los colores de los ingredientes, también puede generar una percepción engañosa de las porciones.
El color blanco crea la ilusión de que hay menos comida en el plato, lo que lleva a servir más de lo necesario. Este efecto visual puede ser perjudicial para quienes intentan controlar su ingesta calórica.
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Estampados: enemigos de la textura
Las vajillas con estampados o diseños complejos pueden confundir al comensal. La presencia de imágenes y patrones visuales interfiere en la percepción de las texturas y los colores reales de los alimentos.
Según el estudio de Oxford, esta distracción puede restarle importancia a la experiencia sensorial de comer y afectar incluso el sabor percibido de los alimentos.
Azul y verde: aliados de la dieta
Si estás intentando bajar de peso, el azul y el verde pueden ser tus grandes aliados. Estos colores están asociados con la disminución del apetito. Ver una hamburguesa servida en un plato azul puede, de forma inconsciente, hacerla menos tentadora.
La razón detrás de esto es simple: el cerebro no asocia estos tonos con alimentos comunes y apetitosos, lo que reduce el deseo de comer en exceso.
Vajilla negra: elegancia con truco
Aunque muchas personas eligen vajillas negras por su elegancia y modernidad, esta elección también tiene efectos en la percepción de las porciones. Los platos oscuros tienden a hacer que la comida luzca más abundante de lo que realmente es.
Es un truco útil para aparentar generosidad con porciones pequeñas, ideal si quieres controlar las cantidades sin parecer que estás racionando la comida.
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Rojo y amarillo: apetito en alza
¿Te has preguntado por qué tantos restaurantes de comida rápida usan rojo y amarillo en sus logos y decoración? No es casualidad. Estos colores estimulan el apetito y aceleran la toma de decisiones.
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Vajillas en tonos rojizos, amarillos o marrones hacen que los platos luzcan más atractivos y apetitosos. Comer en un plato rojo o amarillo puede disparar las ganas de comer y hacer más difícil parar, incluso si ya estás satisfecho.
Comer con los ojos también engorda
Ya no se trata solo de contar calorías o elegir productos saludables. El entorno visual tiene un peso clave en los hábitos alimentarios. Si lo que buscas es mejorar tu alimentación, considera cambiar la vajilla.
Pasar de un plato blanco a uno azul podría ser el cambio sutil pero efectivo que necesitas para reducir tu ingesta sin esfuerzo.
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