
La muerte de Ana Bárbara Buhr Buldrini, una 'influencer' originaria de Mozambique, ha generado conmoción internacional. La mujer, de 31 años, viajó a Turquía junto a su esposo con el objetivo de someterse a varios procedimientos estéticos. Su caso se convirtió en noticia tras conocerse detalles sobre las condiciones del proceso médico y las decisiones tomadas en la clínica privada donde ocurrió todo.
La 'influencer' buscaba promocionar la clínica
Buhr Buldrini había ganado reconocimiento en redes sociales, donde compartía contenido sobre estilo de vida y bienestar. Esa misma presencia digital fue, al parecer, una de las razones por las cuales una clínica privada en Estambul accedió a realizarle tres intervenciones estéticas a cambio de visibilidad promocional en sus plataformas. Así lo aseguran versiones difundidas por medios internacionales, que indican que la joven documentó parte del proceso para sus seguidores antes de ingresar al quirófano.
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El hospital donde se realizaron las cirugías, conocido como Tüsa, ofrecía paquetes dirigidos especialmente a pacientes internacionales. El plan incluía procedimientos como aumento de busto, rinoplastia y liposucción, los cuales serían practicados por un cirujano con quien la paciente y su esposo tuvieron contacto directo días antes del procedimiento.
El esposo de Ana Bárbara relató que la cirugía fue adelantada sin previo acuerdo. Aunque inicialmente estaba programada para el miércoles, el procedimiento se realizó el domingo anterior, luego de una visita casual a las instalaciones médicas. Además, la pareja había salido a compartir con el médico la noche anterior, algo que genera inquietudes sobre la seriedad del protocolo aplicado.
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Según el testimonio del esposo, tras varias horas de silencio por parte del personal médico, se les informó que la paciente había sufrido un paro cardiorrespiratorio. El comunicado oficial del hospital indicó que los esfuerzos del equipo por reanimarla no dieron resultado.
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Clínica en la mira por lo ocurrido
El caso ha llamado la atención no solo por la tragedia en sí, sino por el vínculo entre la figura pública de la paciente y la clínica. La aparente intención de usar su alcance en redes para promocionar servicios médicos plantea interrogantes éticos en el manejo de este tipo de acuerdos, especialmente cuando involucran procedimientos de alto riesgo.
La investigación por parte de las autoridades turcas continúa, mientras en redes sociales su pareja compartió un mensaje de despedida que ha conmovido a cientos de seguidores. La historia de Ana Bárbara es, para muchos, un doloroso recordatorio de los peligros que pueden esconderse tras la industria de las cirugías estéticas mediáticas.
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