
Una caída inofensiva mientras esquiaba fue el punto de partida de una historia conmovedora. Nathalie Jacob, ejecutiva colombiana radicada en Estados Unidos, jamás imaginó que revisarse un dedo morado la llevaría a descubrir un tumor cerebral que transformaría su vida para siempre.
o que parecía una intervención médica sin mayores riesgos terminó marcando un antes y un después. La cirugía para extirpar un meningioma intraventricular debía ser sencilla, pero al despertar, Nathalie ya no era la misma.
Había perdido su capacidad para leer, escribir, realizar cálculos y hasta servirse un vaso de agua. Su mente, literalmente, retrocedió a la de una niña de ocho años.
En cuestión de horas, pasó de liderar equipos internacionales y hablar tres idiomas, a no poder reconocer los números ni escribir su nombre. “Me dieron un lápiz y dibujé un círculo”, recordó.
La desconexión cognitiva fue total. Incluso confundía todos los números con el ocho, un símbolo que más adelante daría nombre a su libro: 8: Redescubriendo la vida después de un tumor cerebral.
Nathalie perdió también parte de su visión. Aunque sus ojos estaban sanos, su cerebro no procesaba lo que veía. Esta condición, conocida como hemianopsia, la dejó con una discapacidad invisible pero profundamente limitante.
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Las paredes de su casa se convirtieron en obstáculos y las tareas simples en desafíos inmensos.
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Lejos de rendirse, encontró fuerzas para reconstruir su mente desde cero. Aprendió nuevamente a leer y escribir, aunque admite que jamás volvió a multiplicar ni dividir.
Aceptar esos límites fue doloroso, sobre todo al ver cómo cambiaba su papel en la familia y en lo profesional. “Perder mi cerebro fue perder mi independencia”, confesó.
Pero en medio de esa tormenta surgió una luz: su hija. La maternidad se convirtió en su mayor motivación. Con tiempo, terapias y mucha paciencia, Nathalie transformó su experiencia en un mensaje de esperanza.
Toda esta historia fue dada a conocer a través del programa de Caracol Televisión, Los Informantes, allí mostraron incluso el momento en que la mujer llegó a fundar Fundó comunidades virtuales de apoyo, a dar charlas y a escribir su historia para que su hija, algún día, entienda por lo que pasó su madre.
Hoy, aunque su cuerpo parece recuperado, su mente se fatiga con facilidad. Aun así, Nathalie sonríe. Con humildad y valentía, convirtió una tragedia en una nueva vida.