
En un video que ya supera los dos millones de visualizaciones, una joven relató cómo desde su infancia comenzó a experimentar señales de que su salud no estaba bien. Un caso similar ocurrió con la joven Georgia Ford que también recibió un mal diagnóstico por parte de los médicos.
A pesar de las señales que presentaba, según argumentó la mujer, no se le dio la importancia necesaria y el primer diagnóstico que recibió fue incorrecto.
“Para mí era común vomitar al menos una vez por semana, a veces incluso a diario o cada dos días. Llegó a ser tan frecuente que mi familia lo tomaba como una broma. Los médicos siempre atribuían esto a la ansiedad”, relató Fossat.
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Sin embargo, años más tarde se enteró de que los vómitos eran provocados por un tumor cerebral que presionaba el tronco encefálico, generándole náuseas constantes.
Eso no fue lo único. También comenzó a sentir un cansancio extremo que se fue intensificando con el tiempo: “Estaba agotada todo el tiempo, me fatigaba con facilidad y necesitaba dormir siestas para poder continuar el día. Me resultaba muy difícil cumplir con mis actividades escolares o laborales; tenía que dormir por horas para seguir funcionando”, agregó.
Con el tiempo, los síntomas se agravaron, apareciendo mareos y dolores de cabeza intensos, provocados por la presión del tumor en la parte trasera de su cabeza. A pesar de ello, los médicos seguían atribuyéndolo a la ansiedad o a una deficiencia de hierro, contó.
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Más adelante también empezó a notar adormecimiento en distintas zonas del cuerpo, lo que pensó que se debía a una mala circulación. No fue hasta junio de 2024, tras sufrir un accidente automovilístico y someterse a varios estudios, que le confirmaron que todos esos síntomas eran consecuencia de un cáncer cerebral.
¿Cuáles son los síntomas y el diagnóstico para el cáncer cerebral?
El cáncer cerebral se produce cuando las células del cerebro comienzan a multiplicarse de manera descontrolada, formando tumores que pueden ser benignos, no cancerosos, o malignos, cancerosos, según la información de Mayo Clinic.
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Para diagnosticarlo, se realiza primero una evaluación neurológica, seguida de estudios de imagen como la resonancia magnética (RM) o la tomografía computarizada (TC). En ocasiones, también se necesita una biopsia para determinar si el tumor es maligno.
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El tratamiento depende de diversos factores como el tipo, tamaño, localización del tumor y si se ha diseminado. Las principales opciones incluyen:
- Cirugía: para extraer total o parcialmente el tumor.
- Radioterapia: para destruir células cancerígenas o reducir el tamaño del tumor.
- Quimioterapia: aunque su eficacia puede ser limitada por la barrera hematoencefálica, se usa para combatir células malignas.
- Terapias dirigidas o inmunoterapia: en desarrollo o disponibles para ciertos tipos de tumores, con resultados prometedores.
- Rehabilitación: terapia física, ocupacional o del habla para ayudar a recuperar habilidades perdidas.
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