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El Papa y la lucha de las mujeres por vencer el patriarcado en el Vaticano

Desde hace unos años las mujeres plantearon una pequeña lucha por ganarse un lugar dentro de la organización eclesiástica.

Papa Francisco, saludando a las trabajadoras del Vaticano
Papa Francisco, saludando a las trabajadoras del Vaticano
/Foto: AFP

Para romper el "techo de cristal" en la Ciudad del Vaticano, el papa Francisco se fijó el objetivo de aumentar el número de mujeres en cargos de responsabilidad. Pero sus reformas se topan con las mentalidades de un sistema intrínsecamente patriarcal.

La figura femenina no es la que más destaca entre los uniformes abigarrados de la Guardia Suiza y las filas de cardenales en la plaza de San Pedro. Pero las mujeres que trabajan en la administración del gobierno de la Iglesia son cada vez más numerosas.

En 2022 representaban el 26,1% de la población activa, frente a solo el 19,3% en 2013, según una investigación de la periodista austriaca Gudrun Sailer, publicada el martes por Vatican News.

El aumento de la presencia de mujeres ha sido alabado en público. Pero una decena de empleadas interrogadas por AFP lamentan (bajo condición de anonimato) las actitudes condescendientes y adversas a las que se enfrentan, particularmente entre los clérigos.

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"Aún queda mucho camino por recorrer", subraya una de ellas, que trabaja desde hace 10 años en la Santa Sede. Otra denuncia una actitud globalmente paternalista, con una visión antigua de la "mujer sensible, dulce, que encontramos reflejada en los discursos del papa".

"A veces tenemos la sensación de ser consideradas como becarias. Son pequeños gestos, una mano en el hombro, una falta de consideración, comentarios casi diarios sobre el físico o la ropa", añade.

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Otras mujeres, a veces madres, lamentan ser relegadas a papeles secundarios. También denuncian un mandato implícito de silencio y docilidad. La institución lleva varios meses inmersa en una amplia consulta mundial sobre su futuro.

Porque las dificultades de las mujeres en el Vaticano son también el reflejo de una Iglesia que aún proscribe el divorcio, el aborto y la ordenación de mujeres, mientras defiende con uñas y dientes el celibato de los sacerdotes.

Para la teóloga francesa Anne-Marie Pelletier, el movimiento es "irreversible y feliz", pero aún faltan decisiones contundentes, como la ordenación de mujeres diáconos o incluso la autorización de que las mujeres puedan ser cardenales.

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