
En las últimas décadas, el crecimiento del consumo de plásticos y la acumulación de desechos han encendido las alarmas a nivel mundial. Gobiernos, empresas y ciudadanos buscan alternativas que permitan reducir el impacto ambiental de este material tan versátil como persistente.
En este contexto, el llamado “reciclaje avanzado” ha ganado protagonismo como una solución tecnológica prometedora. Sin embargo, detrás de los discursos optimistas de la industria, existen aspectos poco conocidos que merecen una revisión crítica.
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En el siglo XXI, el plástico se ha consolidado como uno de los principales problemas ambientales. Frente a esta situación, la industria ha comenzado a promover una solución supuestamente innovadora: el reciclaje “avanzado”.
Aunque sus campañas lo presentan como una respuesta eficaz, crecen las dudas sobre si realmente lo es. ¿Estamos frente a un verdadero avance o a otra promesa verde que no se cumple? Este artículo analiza lo que comúnmente se omite sobre el reciclaje químico.
A medida que aumenta la preocupación social por los residuos plásticos, las empresas han intensificadola promoción del reciclaje avanzado, también conocido como reciclaje químico. Esta técnica pretende descomponer los plásticos hasta sus elementos básicos para permitir su reutilización continua.
Diversas compañías lo han descrito como un logro técnico que podría cambiar el destino de los plásticos usados, permitiendo su transformación constante en nuevos productos. Sin embargo, la realidad es menos alentadora.

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Aunque se presenta como un avance reciente, el reciclaje químico no es una idea nueva: surgió en los años 50 y ya se mencionaba como solución en los años 70. Entonces, ¿por qué no se ha adoptado de forma masiva?
Las sombras del reciclaje químico: costos, ineficiencia y contaminación
Un informe reciente del Centro para la Integridad Climática (CCI) expone que, tras décadas de desarrollo, esta tecnología sigue sin alcanzar una escala industrial significativa, debido a obstáculos técnicos, altos costos y problemas ambientales.
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Lejos de ser una opción limpia, requiere gran cantidad de energía, trabajo especializado y el uso de combustibles fósiles.
En muchos casos, las plantas no reciclan plásticos en nuevos productos, sino que los convierten en combustibles, lo que contradice los principios de una economía circular. Además, los procesos pueden liberar contaminantes tóxicos y contribuir al calentamiento global.
A pesar de que estos inconvenientes son conocidos por la industria desde hace tiempo, rara vez se comunican abiertamente. Por su parte, organizaciones ecologistas han alertado de forma constante sobre los riesgos y las limitaciones del reciclaje avanzado.
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