
El secreto de las plantas felices: ¿Cada cuánto debes echarle abono?
Aprende a descifrar el ritmo de alimentación ideal para tus plantas de interior y dales el impulso que merecen para florecer todo el año.

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Tener un oasis en casa se ha convertido en una tendencia de bienestar y decoración inigualable. Esos toques verdes no solo embellecen el espacio, sino que purifican el aire y nos conectan con la tranquilidad de la naturaleza. Sin embargo, a diferencia de sus primas que viven en la tierra del jardín, las especies que crecen en macetas tienen un suministro limitado de nutrientes.
Con el tiempo, el sustrato se empobrece, y si no intervenimos, su crecimiento se detiene y su vitalidad se apaga. La clave está en recargar ese suelo con abono, pero ¿cuándo es el momento exacto para hacerlo? La respuesta no es un número fijo, sino una sintonía con el ciclo de vida de cada ejemplar.
El momento ideal para aplicar nutrientes está directamente ligado a la fase de crecimiento activo. Generalmente, esto ocurre durante los meses de primavera y verano. Piensa en estos períodos como la época de mayor actividad en el ecosistema vegetal: más luz, más calor y, por ende, una necesidad urgente de energía para producir hojas, tallos y flores. La mayoría de estas criaturas en matera experimentan un 'estirón' en estos meses, lo que significa que están listas y ansiosas por absorber todos los 'alimentos' que les ofrezcas.
En esta fase de pleno apogeo, la frecuencia de abonado suele ser de una vez cada 15 a 20 días. Para ejemplares que florecen constantemente, como las orquídeas o los anturios, este ritmo puede ser incluso más seguido, cada 10 o 15 días, siempre con dosis moderadas. La regla de oro es seguir las indicaciones del fabricante del fertilizante, pero tender siempre a ser prudentes: es mejor quedarse corto que excederse y "quemar" las delicadas raíces con un exceso de sales. Un buen nutriente líquido, disuelto en el agua de riego, suele ser la opción más práctica y efectiva para una absorción rápida.
Pero, ¿qué pasa cuando llega el otoño y, sobre todo, el invierno? En el hemisferio norte, con días más cortos y menos intensidad lumínica, la mayoría de estos seres vivos entran en una especie de 'sueño' o letargo. Su crecimiento se ralentiza drásticamente. En este punto, deben cesar casi por completo las aplicaciones de abono.
Es como si estuvieran en modo de ahorro de energía, y cualquier exceso de nutrientes que no puedan procesar se acumulará, pudiendo ser perjudicial. Suspender la alimentación o reducirla a una dosis mínima (quizás una vez al mes o cada dos) con un fertilizante de liberación lenta es el mejor acto de cuidado durante esta etapa de descanso.
No todas las especies domésticas tienen el mismo apetito. Las de crecimiento rápido, como los Pothos o las Dracaenas, requieren una dieta más constante que aquellas de desarrollo más lento. Por ejemplo, los cactus y las suculentas, esos guerreros del desierto, solo necesitan una fertilización muy ligera y espaciada, tal vez una vez al mes o incluso solo una vez al inicio de la primavera. Su estructura y metabolismo están diseñados para sobrevivir con menos.
Además de la frecuencia, el tipo de abono es fundamental. Existen fertilizantes específicos para especies de hojas verdes, ricos en nitrógeno para fomentar un follaje exuberante, y otros formulados para la floración, con más fósforo y potasio. Un consejo de experto es optar por abonos orgánicos, como el humus de lombriz o los extractos de algas, que nutren el sustrato y la microbiología del suelo de forma suave y progresiva, lo que reduce el riesgo de errores en la dosificación y asegura un entorno más sano para la vida en materas.
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Finalmente, observa a tu ejemplar; te hablará con sus síntomas. Un color amarillo pálido generalizado en las hojas más viejas puede indicar falta de nitrógeno, mientras que manchas marrones y secas en las puntas de las hojas a menudo son señal de un exceso de sales, es decir, ¡demasiado abono! Al prestar atención a estos detalles y ajustando la pauta de abonado a su ritmo estacional y a sus necesidades específicas, te convertirás en el mejor cuidador. Dale a tu ejemplar solo lo que necesita, en el momento que lo necesita, y te lo agradecerá con una belleza duradera y una vitalidad contagiosa.
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