
Luego de varios años alejada de las cámaras, Vaneza Peláez reapareció en el programa La Red para abrir su corazón sobre uno de los episodios más complejos de su vida.
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La exconductora de Sábados Felices, recordada por su carisma al lado de Humberto Rodríguez, ‘El Gato’, habló sobre las secuelas emocionales que vivió tras el escándalo judicial que envolvió a su exesposo, Sebastián Murillo Echeverry, conocido como alias “Lindolfo”.
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Murillo fue condenado en 2018 a 18 años y seis meses de prisión por delitos como homicidio agravado, concierto para delinquir, porte ilegal de armas y destrucción de pruebas, en el marco de su vinculación con la organización criminal ‘La Oficina de Envigado’. Vaneza, aunque no implicada legalmente, se vio de inmediato expuesta a una fuerte presión mediática por su cercanía con el implicado, pues se encontraba presente en el momento de su captura.
“Todos los días me levantaba a apagar incendios”, relató con honestidad Peláez, quien eligió no profundizar en detalles judiciales, pero sí dejó en claro el impacto que este capítulo tuvo en su salud emocional y física. “Hubo momentos que prefiero no recordar”, confesó, haciendo referencia a la crisis personal que enfrentó, incluso llegando a ser hospitalizada.
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Su salida de Sábados Felices en 2020 no fue acompañada de mayores explicaciones, aunque muchos lo relacionaron con la necesidad de poner en orden su vida personal.
En retrospectiva, Vaneza reveló que esa decisión respondió a su deseo de priorizar a su familia y sus negocios personales, alejándose del foco mediático para sanar en silencio.
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En su intervención en La Red, Peláez habló desde la mujer que hoy es: una madre, una profesional y una persona que ha sabido reconstruirse.
“No me arrepiento de nada. Agradezco todo lo vivido, por más doloroso que haya sido. Eso me dejó lo más hermoso: mis hijas”, expresó con voz serena. Agregó que, desde hace siete años, no mantiene ningún tipo de relación con su exesposo.
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“Reconocer que ese no era mi lugar y salir de allí por mi bienestar fue un acto necesario”, afirmó. Vaneza se ha reinventado en medio de la adversidad, y aunque no desea hablar desde la herida ni asumir un rol de víctima, sí decidió compartir parte del aprendizaje que le dejó este proceso. “En un momento lloré tanto que sentí que se habían acabado las lágrimas”, recordó.
Con distancia emocional y fortaleza, Peláez reafirma que su prioridad actual es su familia.
“He aprendido a ser fuerte por ellas y por mí”, dijo refiriéndose a sus hijas. En cada palabra se percibe una mujer resiliente, que eligió sanar en vez de estancarse en el dolor.
Su testimonio, más allá de lo mediático, es una invitación a reflexionar sobre la fuerza silenciosa con la que muchas mujeres enfrentan situaciones difíciles.
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“Hay cosas de las que no quiero hablar ni recordar, porque no es necesario. Solo quiero honrar a la mujer en la que me convertí”, concluyó.
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