Desde la imprenta y la videograbadora hasta el sexo de realidad virtual, el entretenimiento para adultos siempre ha sido un importante catalizador para impulsar la innovación y la transformación tecnológica.
Y para los miles de asistentes a la feria anual Consumer Electronics Show (CES) en Las Vegas, eso se traduce en que las tostadoras inteligentes y las aspiradoras que operan con inteligencia artificial han ido cediendo espacio a los juguetes sexuales del futuro.
Sin embargo, hubo un aparato que para los organizadores no encajaba con el evento.
Se trata de un vibrador manos libres llamado Osé que utiliza tecnología microrrobótica para imitar la sensación de boca humana ganó un Premio de Innovación CES este año. Pero el galardón le fue arrebatado posteriormente y, polémica mediante, fue prohibida su exhibición después de que se considerara que no se ceñía a las reglas.
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Puede que no quede claro para todos por qué un bailarín de pole dancing desnudo se considera más aceptable que un vibrador de alta tecnología, pero la CTA estimó que el Osé, creado por la startup Lora DiCarlo, "no encaja en ninguna de nuestras categorías de productos existentes" y por lo tanto no debería haberse considerado elegible.
"La sociedad debe acabar con el tabú en torno al sexo y la sexualidad: es una parte de la vida y la salud que debería formar parte absolutamente de la conversación normal", replicó la fundadora de Lora DiCarlo, Lora Haddock, en una carta abierta a la CTA.
"Nunca se sabe cómo puede usarse la tecnología, el futuro del cuidado de la salud podría estar en la patente de un juguete sexual".
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Douglas Layman, socio de la asociación que apoya a la startup Lora DiCarlo, dijo en un comunicado que la firma apunta a un mercado que está a punto de explotar.
"La sociedad está cambiando para aceptar una discusión más amplia sobre la salud sexual, lo que lleva a un crecimiento exponencial de productos de tecnología sexual en el mercado de consumo", dijo.
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