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¿Malcriar o amar? Madre, criticada por CONSOLAR a su hijo

"Se les enseña que la tristeza es debilidad, que hablar de sus miedos o de defectos los hace menos hombres", Jaime Primak

1701_Foto: Facebook / Jaime Primak Sullivan
Foto: Facebook / Jaime Primak Sullivan - Emotiva carta de una madre
Foto: Facebook / Jaime Primak Sullivan

Jaime Primak, madre de tres hijos, conmovió las redes sociales con un comentado mensaje sobre el llanto de su hijo. La mujer respondió las críticas de padres de familia que la juzgaron por consolar a su pequeño después de que recibiera un golpe en su rostro.

 

El pasado fin de semana, ella y su familia asistieron a un partido de baloncesto en la escuela de Max, en Estados Unidos. Durante el compromiso deportivo, el hijo de la productora de televisión recibió un golpe en la cara.

 

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A lo largo de la carta, Jaime Primak, relata el momento en que auxilia al menor de 8 años de edad y respondió los comentarios que escuchó a su alrededor ese día: 'Tienes que dejar de tratar a ese chico como un bebé'.

 

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Publicación en español:

 

«El sábado pasado mi hijo Max, de 8 años, jugó un partido de baloncesto en su escuela. En cierto momento recibió un balonazo accidental en la cara. Lo vi como si sucediese a cámara lenta. Vi cómo sus ojos se abrían y luego se entrecerraban por el dolor. Miró a su alrededor. Sabía que me estaba buscando.

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'Max ha recibido un golpe en la cara', le dije a mi esposo cuando instintivamente salté de las gradas. En ese instante, vi cómo Max comenzaba a correr hacia mí, comenzando a llorar silenciosamente. No era capaz de recuperar el aliento. Yo no podía correr lo suficientemente rápido hacia él.

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En cuanto como llegué a donde estaba, me arrodillé. 'Toma aire', le dije. Inclinó la cabeza hacia atrás. 'Respira, Max, todo está bien'. Finalmente tomó aliento y yo lo abracé mientras lloraba sobre mi hombro. Escuché una voz detrás de mí. 'Tienes que dejar de tratar a ese chico como un bebé', dijo.

 

Se grabó en mi mente, pero quise mantenerme concentrada en Max. Limpié su cara y enjugué sus lágrimas. En cuanto estuve segura de que estaba bien, lo envié de vuelta a la pista y se sumó a sus compañeros en el banquillo.

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Volví a subir a las gradas. Mis manos estaban temblando. Estaba tan enfadada... Lo estuve durante todo el camino a casa. Mi marido sentenció: '¿A quién le importa lo que ellos piensen?'.

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Esa idea de que los niños nunca pueden sentir dolor, de que no pueden sentir, es perjudicial para ellos a largo plazo. Esa creencia de que cualquier signo o gesto de aflicción disminuirá de alguna manera su hombría, esa presión para 'convertirse en hombres', los persigue hasta la edad adulta; y entonces sufren para experimentar plenamente el amor y el afecto.

 

La única emoción que aprenden a expresar sanamente es la felicidad. Y luego nos preguntamos por qué están siempre persiguiéndola.

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Se les enseña que la tristeza es debilidad, que hablar de sus miedos o de defectos les hace menos hombres. No lloran adecuadamente. Tienen miedo de llorar. Eso les afecta como maridos y como padres; y lo odio.

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Amar es un verbo. Es algo que haces. No es lo mismo que tratar como un bebé, mimar o malcriar. Es algo que mi hijo merece. Siempre lo amaré cuando esté sufriendo y mi oración por él es para que siempre está abierto a recibir amor, para poder amar a cambio y mantener ese ciclo en marcha». 

Con información de: http://www.abc.es 

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