El pasado diciembre, la tragedia golpeó a la puerta de una familia en Santander, pues Nelly Esperanza perdió la pelea contra el COVID y su esposo murió al no soportar su partida. El señor Rafael compartió junto a ella 33 años de matrimonio.
Fueron siete los integrantes de la familia que se vieron contagiados por el COVID-19, pero entre todos, la pareja fue la que más sufrió las consecuencias. “Mi mamá, que tenía más comorbilidades, fue la persona más afectada. A los pocos días de su contagio, tuvimos que internarla en la UCI”, dijo Tatiana Silva, dijo una de las hijas.
Rafael no perdía la esperanza de volver a estar junto a su esposa Nelly, que para ese momento luchaba por su vida en una UCI, por esto le enviaba diariamente un mensaje para animarla: “Tranquila que mi Dios nos tiene para adelante, cuídese bastante que ya casi nos vamos a encontrar”, decía.
Lastimosamente esa promesa no se pudo cumplir, pues Nelly falleció poco después, por esto su esposo la acompañó hasta su última morada.
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Rafael, también estaba contagiado, pero “no tuvo síntomas, eso fue una ventaja, pero el duelo por la muerte de mí mama fue bastante difícil. Él estaba realmente muy mal; tratamos de darle todo el apoyo posible, pero él, en medio de su dolor, quería irse con ella, era un amor tan grande que le tenía que él definitivamente quería acompañarla” explicó Tatiana.
Poco después Rafael falleció a causa de un infarto, así lo explicó el personal de la salud a los familiares. Los dos ahora descansan juntos mientras que sus hijos les cumplen la promesa de cuidarse contra el virus. Tatiana aprovechó para hacer una reflexión: “Aunque estemos lejos, aunque estemos cerca, siempre decirles cuánto los queremos”.
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