Tremendo susto el que se llevaron todos los asistentes del concierto de la banda colombiana Morat, pues una mujer que se encontraba en el recinto sacó un arma en medio del espectáculo.El hecho sucedió en Caracas, Venezuela, país que la banda visitó por primera vez este 26 y 27 de marzo, tras un enfrentamiento que se dio entre los fanáticos por una de las baquetas que el baterista lanzó al público, ya que una de sus fans sostuvo durante todo el concierto un letrero que decía: “Por favor, Martín regálame una baqueta”.En medio del alboroto, una mujer armada sacó una pistola y comenzó a golpear a algunos asistentes; logrando de esta manera que poco a poco las personas se fueran alejando del lugar donde estaba el objeto. Al parecer, según información emitida por 'CNN', quien portaba el arma era una escolta que estaba custodiando a una alta funcionaria y a su hermana quienes se encontraban disfrutando del show de los bogotanos. La mujer no fue detenida por ninguno de los asistentes, ni las autoridades; y según los asistentes al concierto tampoco fue sancionada, teniendo en cuenta que en este tipo de eventos está rotundamente prohibido portar armas u objetos que puedas violentar a alguien. No obstante, vale la pena resaltar que la banda se pronunció por sus redes sociales y rechazó todo acto de violencia, ya que quieren que sus conciertos sean un espacio seguro y su música un motivo de unión. En el caso de la productora AGTE Live, empresa organizadora del evento, lamentó el ingreso de la persona armada y aseguró que iniciará una investigación con la policía.
En Caracas, Venezuela, en medio de un violento enfrentamiento entre grupos criminales dedicados al narcotráfico, secuestro de personas y extorsión, un ciudadano del barrio Petaré tuvo que suplicarles a varios criminales que le personaran la vida y lo dejaran ir.El hombre se encontraba acostado en el suelo y mientras dos delincuentes lo amenazaban les repetía que él era un simple médico y no tenía nada que ver en el enfrentamiento.Los habitantes del sector estaban angustiados con la situación que ocurre constantemente en un barrio que según el gobierno es una “zona de paz”.En la grabación que quedó captada por un aficionado, se aprecia el momento en que el hombre les suplica a los hombres que no lo maten.El gobierno de Nicolás Maduro aún no se pronuncia sobre lo sucedido.
Carmen Hurtado se ilusiona cada vez que alguien se aproxima a su improvisado puesto de venta de muñecos porque, con cada transacción, está más cerca de su sueño de tener casa propia en Caracas, una meta casi imposible de alcanzar en Venezuela, donde, una persona que perciba el salario mínimo tardaría 4.000 años en poder acceder a una vivienda propia.A sus 45 años, esta docente universitaria vive en la casa de un familiar en el deprimido barrio caraqueño de San José, más conocido por una historia de violencia y venganza cantada por un grupo de rap local que por alguna otra cosa."Menos de un dólar", dice con una sonrisa que esconde vergüenza cuando Efe le pregunta sobre sus ingresos como profesora. Luego duda y hace cálculos mentales que, sin embargo, le regresan el mismo monto."Sí, (gano) menos de un dólar como docente", insiste.En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la ONU explica que la pobreza extrema es medida por un ingreso diario inferior a 1,25 dólares estadounidenses.Hurtado no está ni cerca de estos ingresos -reconoce- por cuanto vive bajo el umbral de la pobreza extrema pese a su empleo como docente universitaria.Así, esta caraqueña necesita más de 4.000 años de ahorro continuo para comprar un viejo y modesto apartamento de unos 50.000 dólares en Caracas, una ciudad que no escapa a la crisis de servicios públicos que padece Venezuela.Son, exactamente, 4.166 años de ahorro por un apartamento en el que no tendrá agua corriente la mayoría del tiempo, en el que el suministro de gas será irregular.Es por ello que esta profesora universitaria busca "alternativas", como la venta de muñecos de tela que ella misma fabrica y que espera le permita completar sus ingresos mensuales.Aunque, de igual manera, es poco lo que ha podido ahorrar en el último par de meses, cuando comenzó a vender muñecos y dictar talleres para enseñar a niños de escasos recursos a crear sus propios juguetes."Pero llegará el momento en que lo voy a lograr -comprar una casa propia-, claro que sí", dice esperanzada.¿Una afortunada?Como auxiliar de farmacia, la venezolana Liz Orta gana unos 35 dólares mensuales, unos ingresos que le permiten sentirse, en algunos casos, "afortunada".Afortunada porque cada mes tiene un dinero que le permite llevar alimentos a la casa de sus suegros, donde vive con su esposo y dos de sus tres hijos. Afortunada, también, porque no está en el paro como muchos de sus vecinos y familiares.Al igual que Hurtado, esta mujer de 39 años sueña con un casa propia donde vivir con su familia. Un techo al que llamar suyo. "Yo estoy en una asociación para (gestionar) viviendas, pero tengo ahí 20 años y todavía no me han dado respuesta de mi vivienda", dice Orta a Efe.Sus ingresos apenas le alcanzan para comer, pero cuando se atreve a soñar, Orta se ve junto a su familia en un apartamento de una céntrica zona de Guarenas -una ciudad satélite cercana a Caracas- conocida como El Torreón."No tengo ni idea (de cuanto cuesta un apartamento ahí) porque sé que los ingresos no me van a alcanzar (para comprarlo) y ni siquiera me ocupo. ¿Para qué si no me alcanza?", señala.Un agente inmobiliario que prefiere el anonimato le dice a Efe que los apartamentos de entre 20 y 30 años de antigüedad se venden por 25.000 dólares en esta zona.Orta tendría que juntar todos sus ingresos mensuales durante más de 55 años para comprar la vivienda que tanto desea para su familia.En comparación con la empresa imposible de Hurtado, Orta es una afortunada.Un país sin créditoHace una década, el Gobierno del entonces presidente Hugo Chávez (1999-2013) solía exhibir con orgullo datos de las varias decenas de millones de dólares que los bancos públicos y privados prestaban a los ciudadanos para comprar casas, vehículos o levantar pequeñas empresas.El Gobierno establecía una cartera obligatoria que, en ocasiones, llevaba a la banca a ser quien propusiera a los ciudadanos créditos para el consumo, remodelar viviendas o hasta comprar casas.Pero el crédito en Venezuela desapareció hace más de un lustro, cuando la crisis tomó forma y la inflación se elevó de forma exponencial.Es por ello que ni Hurtado ni Orta recurren a la banca para comprar bienes inmuebles, como hacen los trabajadores de cualquier país del mundo.Hurtado ríe cuando Efe le pregunta por la posibilidad de solicitar un crédito, y no solo porque sus ingresos podrían llevar a la banca a considerarla una cliente de riesgo, sino porque sabe que la herramienta no existe en Venezuela.Con su tarjeta de crédito, que nunca lleva consigo porque no le permite comprar nada, no paga ni siquiera un café. Orta, entretanto, no ha pensado nunca en solicitar un crédito.Ella cree que tendrá un no como respuesta, o que apenas recibirá un microcrédito que no la acercará a la meta de tener vivienda propia.Otra vez la hiperinflaciónEl economista Ángel Alvarado asegura a Efe que la alta inflación, un indicador que al que la oposición de Venezuela suele anteponer el prefijo "hiper", es el mayor de los males de la economía del país caribeño."No hay crédito por la hiperinflación", dice Alvarado en una conversación telefónica con Efe. "Cuando la hiperinflación existe ¿Quién ahorra? Nadie. Entonces ¿Quién puede pedir prestado? Nadie", agrega después de explicar que un crédito es un mecanismo a través del cual la banca pone en contacto a los ahorristas y los prestatarios.Alvarado forma parte de una oficina de análisis económico que responde al líder opositor Juan Guaidó -a quien varios países reconocen como presidente interino de Venezuela- y que ubicó en 3.713 % la inflación de 2020, muy por encima de los 2.959,8 puntos que reportó el Banco Central."La hiperinflación es muy dañina porque acaba con el salario, con el consumo y también con el crédito", insiste el economista.Con este panorama, señala, los más vulnerables no tienen opciones para cambiar sus realidades individuales en el corto o mediano plazo. Es por ello que algunos, como la profesora Hurtado, necesitan más de 4.000 años de trabajo para comprar una casa en Venezuela.
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La tierra volvió a moverse en Colombia la noche de este jueves 21 de noviembre. A las 7:03 p.m., un temblor de magnitud 4,0 fue registrado por el Servicio Geológico Colombiano, con epicentro en el municipio de Tona, en el departamento de Santander. Este movimiento telúrico, aunque de intensidad moderada, fue percibido en varios municipios cercanos, generando una lluvia de comentarios entre los habitantes de la región.Epicentro y alcance del movimiento telúricoEl sismo tuvo su origen en Tona, y se sintió en municipios cercanos: a 12 kilómetros de Santa Bárbara y 18 kilómetros de Floridablanca, otros municipios santandereanos que también sintieron el remezón. La profundidad del temblor, estimada en 182 kilómetros, ayudó a que su impacto se distribuyera ampliamente, pero sin causar mayores daños en la superficie.A pesar de su relativa lejanía, el movimiento no pasó desapercibido para los residentes de Bucaramanga y municipios aledaños, quienes rápidamente recurrieron a las redes sociales para compartir su experiencia. Algunos reportaron haber sentido vibraciones fuertes en edificios altos, mientras que otros mencionaron que el sismo los tomó por sorpresa mientras realizaban actividades cotidianas.Reacciones y balance tras el sismoEl evento no generó mayores afectaciones. Las autoridades locales y organismos de emergencia confirmaron que no hubo pérdidas humanas ni daños significativos en la infraestructura de las zonas afectadas. De igual forma, no se emitieron alertas especiales, aunque se mantiene el monitoreo preventivo de la actividad sísmica en la región.Vale la pena mencionar que el departamento de Santander, ubicado sobre el Nido Sísmico de Bucaramanga, es una de las zonas con mayor actividad tectónica en el país. Este fenómeno natural, aunque inquietante, forma parte del día a día de sus habitantes, quienes están acostumbrados a recibir movimientos telúricos de diferentes magnitudes con relativa frecuencia.
El nombre de Jhon Viáfara es recordado por muchos en Colombia y el mundo del fútbol por sus destacadas participaciones, especialmente cuando fue parte del histórico título de la Copa Libertadores con el Once Caldas en 2004. Sin embargo, su legado deportivo se ha visto opacado por un oscuro capítulo de su vida que lo llevó a ser condenado a 11 años de prisión en Estados Unidos. La pregunta es clara: ¿por qué un exfutbolista exitoso terminó involucrado en actividades ilícitas? La respuesta está en una red de narcotráfico que lo arrastró, y un viejo amigo que lo introdujo en este mundo.'El Papá': El hombre que introdujo a Viáfara al narcotráficoEl vínculo de Viáfara con el narcotráfico no es algo fortuito ni reciente. Según las investigaciones de las autoridades colombianas y estadounidenses, esta relación comenzó por medio de Jaider Díaz Carabalí, conocido como 'El Papá', un hombre que fue amigo de la niñez del futbolista. Ambos crecieron en Robles, un pequeño corregimiento de Jamundí, Valle del Cauca, en donde compartieron su juventud. Sin embargo, mientras Viáfara seguía su camino hacia la fama en el fútbol, Díaz cayó en las redes del narcotráfico y comenzó a operar con carteles mexicanos y centroamericanos, usando su negocio de maquinaria pesada como fachada.La ambición de Viáfara que lo llevó al narcotráficoDíaz, quien se había convertido en un capo del narcotráfico, buscó a su antiguo amigo para que lo ayudara a coordinar envíos de cocaína hacia Estados Unidos. Viáfara, por su parte, no estaba atravesando un buen momento financiero tras su retiro del fútbol y aceptó la oferta de 'El papá', quien le prometió una vida de lujo.Fue entonces cuando el exfutbolista se convirtió en un operador de la red de narcotráfico, coordinando reuniones con narcotraficantes y facilitando el transporte de la droga.La caída y la extradiciónEntre 2016 y 2019, la organización de 'El Papá' fue desmantelada en varios operativos, con incautaciones de cientos de kilos de cocaína. Durante las investigaciones, Viáfara fue identificado como 'El Futbolista', un alias que le fue asignado debido a su reconocimiento público. A pesar de su intento de defenderse alegando que había sido víctima de un montaje, las pruebas en su contra fueron contundentes, y en 2020 fue extraditado a Estados Unidos.Allí, fue condenado por conspiración para importar y distribuir cocaína, recibiendo una sentencia de 11 años de prisión. Mientras su vida se desmoronaba, su antiguo amigo, 'El Papá', eludió la justicia por un tiempo, refugiándose en las montañas del Cauca. No obstante, fue capturado y ahora enfrenta una extradición a Estados Unidos, donde podría encontrarse con Viáfara en algún penal.Puedes ver | Netflix anunció que realizará una docuserie sobre James Rodríguez
Jhon Eduis Viáfara Mina, quien alguna vez brilló en los estadios del mundo y fue clave en la histórica victoria del Once Caldas en la Copa Libertadores de 2004, hoy enfrenta una realidad muy distinta. Desde una prisión en Atlanta, Estados Unidos, cumple una condena de 135 meses tras declararse culpable en noviembre de 2020 de conspiración para importar más de cinco kilogramos de cocaína a territorio estadounidense.Viáfara, conocido por su talento en equipos como América de Cali, Portsmouth de Inglaterra y Real Sociedad en España, dejó una huella imborrable en el fútbol colombiano. Su gol en la final de la Libertadores contra Boca Juniors fue el primero en abrir el camino hacia un título histórico. Sin embargo, la gloria futbolística quedó empañada al ser extraditado en 2019 por cargos relacionados con narcotráfico y concierto para delinquir.Las investigaciones revelaron que, entre 2017 y 2018, Viáfara formó parte de una organización criminal vinculada al envío de cocaína hacia Estados Unidos. Según las autoridades, esta red, que mantenía nexos con el cartel de Sinaloa, utilizaba embarcaciones rápidas y aeronaves para transportar la droga. Durante las operaciones, se incautaron 2.5 toneladas de cocaína, valoradas en cerca de 28 millones de dólares, y se capturaron 20 personas.Un fenómeno recurrenteEl caso de Viáfara no es aislado. La reciente aprobación de la extradición del exfutbolista Rolan de la Cruz por la Corte Suprema de Justicia de Colombia refuerza una triste realidad: algunos ídolos del deporte han terminado involucrados en actividades ilícitas. De la Cruz, quien militó en equipos como Independiente Santa Fe y Deportivo Cali, enfrenta cargos similares en Estados Unidos por ser parte de una red de narcotráfico desde 2016.El traslado de De la Cruz a territorio estadounidense solo espera la firma del presidente Gustavo Petro. Este caso revive las historias de jugadores como Viáfara, quienes pasaron de ser íconos deportivos a protagonistas de crónicas judiciales.Reflexiones desde la cárcelDesde su celda, Viáfara ha compartido reflexiones sobre su caída en entrevistas con medios como La Patria. Reconoce los errores que lo llevaron a perder su libertad y el impacto de sus decisiones en su vida y la de sus seres queridos. A pesar de su situación, su nombre permanece ligado al recuerdo de aquel glorioso Once Caldas que desafió las probabilidades y conquistó América.La historia de Jhon Viáfara es un recordatorio de cómo las malas decisiones pueden transformar radicalmente una vida de éxito, dejando preguntas sobre el entorno y las circunstancias que empujan a figuras públicas hacia caminos oscuros.Mira también: Nelson Velásquez condenado a pagar cárcel
Jhon Viáfara, exfutbolista colombiano, es un claro ejemplo de cómo la fama, la fortuna y las decisiones equivocadas pueden llevar a una persona al abismo. Considerado un ídolo del fútbol, su carrera en equipos como América de Cali, Portsmouth, Southampton y la Real Sociedad estaba llena de logros, pero su nombre hoy está ligado a un escándalo de narcotráfico que cambió su vida para siempre.De ídolo a condena en Estados UnidosDurante su carrera, Viáfara fue un jugador destacado y muy querido, no solo en Colombia, sino en todo el mundo. Participó con la Selección Colombia en dos ediciones de la Copa América, en 2004 y 2007, y dejó una huella importante en cada club donde jugó. Su talento en el campo y su personalidad carismática le aseguraron un lugar en el corazón de los aficionados.Sin embargo, detrás de la imagen pública de éxito, Viáfara se vio involucrado en un mundo oscuro de narcotráfico. A lo largo de los años, se supo que el exjugador había formado parte del Clan del Golfo, una de las organizaciones criminales más poderosas y peligrosas de Colombia, dedicada al tráfico de drogas. Entre 2008 y 2016, Viáfara fue señalado como uno de los miembros activos de este grupo, involucrándose en el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos.¿Cuántos años de prisión le esperan a Viáfara?La captura de Viáfara en 2019 en Cali fue solo el comienzo de su caída. Tras ser arrestado, las autoridades colombianas decidieron extraditarlo a Estados Unidos, donde enfrentó cargos por narcotráfico. En 2020, un tribunal estadounidense lo condenó a 11 años de prisión, una sentencia que refleja las graves consecuencias de involucrarse en el crimen organizado. De esta manera, lo que una vez fue una vida de fama y éxitos en el fútbol se convirtió en una prisión en la que paga por sus decisiones.Hoy en día, Viáfara se encuentra cumpliendo su condena en una prisión de Estados Unidos, lejos de los estadios y de la fama que una vez disfrutó. Puedes ver | Netflix anunció que realizará una docuserie sobre James Rodríguez
El exarquero Carlos Bejarano sorprendió en redes sociales al publicar una fotografía de una videollamada con el exfutbolista Jhon Viáfara, recordado por su paso por la Selección Colombia y su título de Copa Libertadores con el Once Caldas en 2004. Esta imagen es la primera aparición pública de Viáfara desde su encarcelamiento en Estados Unidos, donde cumple una condena de 12 años por delitos relacionados con narcotráfico.En la fotografía, Viáfara, con uniforme blanco del sistema penitenciario estadounidense, una gorra gris y una leve sonrisa, aparece conversando con Bejarano. El exarquero acompañó la publicación con el mensaje: “Cuando se es bueno, Dios actúa y hasta el tiempo pasa rápido”. La instantánea, difundida a través de Instagram, rápidamente generó comentarios en apoyo y reflexiones sobre el difícil momento que enfrenta el exjugador.¿Qué pasó con Jhon Viáfara?El caso de Jhon Viáfara ha sido uno de los más sonados en el mundo del deporte colombiano. Luego de retirarse del fútbol, donde brilló en clubes nacionales e internacionales y representó a la Selección Colombia en las Copas América de 2004 y 2007, su vida dio un giro inesperado. En 2019, fue capturado en Colombia por colaborar con un grupo criminal para transportar sustancias ilícitas hacia Estados Unidos. Un año después, fue extraditado y sentenciado.Su condena generó un fuerte impacto, dado que Viáfara no solo era considerado una figura destacada del fútbol colombiano, sino también un modelo a seguir para muchos jóvenes deportistas. Durante su carrera, jugó en equipos ingleses como el Southampton y en España, dejando una huella en el ámbito deportivo.Jhon Viáfara habló de su caso y dijo ser víctimaEn una entrevista de 2022 con el diario La Patria, Viáfara expresó su inconformidad sobre el manejo de su caso. Afirmó haber sido víctima de un montaje y sentirse utilizado como un "trofeo" en la lucha contra el narcotráfico. “Me mostraron como un delincuente, con riquezas que no tenía. Me relacionaron con personas que nunca conocí”, aseguró con tristeza.Estas palabras reflejan el dolor de un hombre que, tras vivir momentos de gloria, enfrentó un drástico cambio en su vida. Aunque ha sido crítico con las autoridades, también ha reconocido que cuenta con el apoyo de quienes lo conocen profundamente y saben quién es realmente.La publicación de Bejarano ha despertado múltiples interpretaciones. Algunos lo ven como un gesto de amistad y fe en la redención de Viáfara, mientras que otros cuestionan la falta de detalles sobre la situación actual del exfutbolista.