Aunque para algunos la idea del matrimonio resulta aterradora, en la actualiad muchos prefieren apostar por otra clase de compromiso con el fin de aclarar dudas sobre si la relación funcionará o no.
Llegar a casarse significa estar juntos todo el tiempo y es un reto para probar si realmente son compatibles, descubriendo qué tan tolerantes son y cuánto deben ceder ante los problemas cotidianos.
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Viviendo bajo el mismo techo aumentan las responsabilidades de los dos: los gastos, las tareas del hogar.
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La relación pasa a otro nivel, se convierte en un equipo. Durante ese tiempo que se comparte se preparan para las eventualidades del matrimonio.
Al final, casarse solo será cuestión de formalidad.
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