Médicos informaron del caso de una mujer estadounidense a la que se le realizaba una prueba nasal de detección de COVID-19 cuando se le perforó el revestimiento del cerebro, lo que provocó una filtración de líquido por la nariz que la puso en riesgo de una infección potencialmente mortal.
Así lo reportó un grupo de médicos el pasado jueves 1 de octubre en una revista de medicina. También informaron que la paciente de 40 años tenía una condición poco común no diagnosticada.
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La prueba a la que fue sometida pudo haberse manejado bajo condiciones incorrectas, esto corrobora que el riesgo de las pruebas nasales sigue siendo muy bajo.
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Jarrett Walsh, autor principal del artículo que apareció en JAMA Otolaryngology-Head & Neck Surgery recalcó que este caso debe recordar a los profesionales de la salud tener cuidado en seguir al pie de la letra los protocolos para tomar la prueba.
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La afectada había sido tratada años atrás por hipertensión intracraneal, es decir que la presión del líquido cefalorraquídeo que protege el cerebro era muy elevada, por lo que desarrolló encefalocele (la membrana del cerebro se extiende hacia la nariz, donde puede romperse).
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Con el fin de corregir el defecto y evitar el desarrollo de una infección cerebral potencialmente fatal o la entrada de aire en el cráneo, a la paciente se le realizó una cirugía y posteriormente se recuperó por completo.
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