Juan Gabriel fue agredido por un sacerdote a sus 13 añitos; revelan doloroso capítulo
La serie documental de Netflix 'Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero', desvela el lado más profundo de la leyenda a través de archivos inéditos y testimonios.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
La figura de Alberto Aguilera Valadez, universalmente conocido como Juan Gabriel o, cariñosamente, Juanga, a casi una década de su partida en 2016, una nueva producción documental reveló un capítulo desconocido de su adolescencia, arrojando luz sobre las profundas adversidades que moldearon al "Divo de Juárez".
La serie documental de Netflix, 'Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero', dirigida por María José Cuevas, no solo repasa la vida de éxito del cantautor, sino que expone por primera vez ante el público el difícil contexto de su niñez y una dolorosa agresión que sufrió.
Puedes leer: Lanzan ‘Nunca había amado así’, la canción que Juan Gabriel dejó grabada antes de morir
El material, que cuenta con acceso inédito a más de cuarenta años de archivos personales grabados por el propio artista, reveló que la vida de Juan Gabriel estuvo marcada por la soledad y la falta de un hogar estable e integrado durante su infancia.
Nacido en Michoacán en 1950 y criado en Ciudad Juárez, desde muy joven se vio en la necesidad de trabajar para subsistir.
Fue en este entorno de vulnerabilidad donde ocurrió el episodio más oscuro de su juventud. A los 13 años, mientras trabajaba como mozo en la casa de un sacerdote, Juan Gabriel fue agredido sexualmente por este clérigo.
Este hecho, que el cantante nunca abordó de manera pública en vida, fue introducido en el documental por la voz del periodista Alejandro Brito.
Brito también detalló que, a los 16 años, Aguilera Valadez fue detenido en Ciudad Juárez, acusado de robar perfumes, y que en parte, su detención se justificó por su "amaneramiento" al obstruir la labor de inspección.
Publicidad
Este historial de rechazo social y trauma contrasta con la figura triunfante que se consolidaría en la música. Antes de su éxito masivo, Alberto Aguilera ya enfrentaba la hostilidad de una sociedad conservadora, asociada a los valores impuestos por el Estado y la televisión en la era del PRI.
Tras periodos de precariedad, que incluso lo llevaron a la cárcel de Lecumberri, su destino cambió gracias a "La Prieta" Linda, quien gestionó su libertad y lo llevó a la disquera RCA Víctor, marcando el inicio de su carrera.
Publicidad
Puedes leer: Aparece hombre que reaviva teoría de que Juan Gabriel estaría vivo, lo vieron y hay video
A pesar de las tribulaciones personales y las presiones de una industria hostil, Juan Gabriel logró una proeza cultural: se posicionó en una ambigüedad sobre su identidad sexual que, irónicamente, le otorgó una libertad singular.
Como señala la musicóloga Guadalupe Caro Cocotle, su postura resonó profundamente en un México acostumbrado a la omisión, donde su famosa frase: “lo que se ve no se pregunta”, tocó las fibras de la personalidad nacional.
El artista innovó al presentar en la esfera pública una sensibilidad y una emocionalidad que tradicionalmente se consideraban femeninas.
Él consiguió "descomponer" la masculinidad tradicional mexicana. A través de su arte, tuvo la capacidad de "queerizar al macho alfa mexicano", proporcionando herramientas para expresar emociones que brotaban del desamor y, a la vez, de la esperanza.
La migración también jugó un rol clave, ya que Juan Gabriel se convirtió en un producto diaspórico, un vínculo sentimental con el origen para los mexicanos nacidos en Estados Unidos.
Publicidad
El epítome de su consolidación como una figura aceptada, aunque transgresora, llegó con su concierto en Bellas Artes.
Este evento fue altamente polémico y desafió al gremio de la alta cultura, pero al presentarse junto a la Orquesta Sinfónica Nacional y el coro de Bellas Artes, demostró su capacidad artística y su carácter democratizador, uniendo en primera fila tanto a la élite como al ciudadano común y corriente.
Publicidad
El documental, que también revela otros aspectos de su vida como sus problemas con el fisco (pues creía que los artistas deberían estar exentos de impuestos), y el hecho de que comenzó a despedirse de su hijo Iván días antes de su muerte en 2016, utiliza el material que Juan Gabriel grabó meticulosamente desde 1971.
En estos videos, el artista diferencia claramente entre el "Divo del escenario" y Alberto, el hombre sensible y familiar, dejando un testimonio único para cuando "ya no esté en este planeta".