La anticipación era palpable cuando Life at Sea Cruises prometía un viaje de tres años, explorando siete continentes, 135 países y 375 puertos . Meredith Shay, una exazafata, había invertido la asombrosa suma de $562,000 en su camarote del séptimo piso, ansiosa por embarcarse en esta épica aventura . Sin embargo, lo que comenzó como una emocionante travesía se transformó en una pesadilla para Shay y otros pasajeros, quienes enfrentaron la cancelación abrupta de sus sueños marítimos.
La fecha programada de salida desde Estambul, Turquía, el 1 de noviembre, estaba a la vuelta de la esquina cuando Life at Sea Cruises anunció, por segunda vez, la postergación del crucero. La cancelación oficial golpeó el 17 de noviembre, dejando a los pasajeros perplejos. La razón detrás de este desengaño: la falta de un barco listo para zarpar, una narrativa que dejó a muchos incrédulos y con sus esperanzas naufragadas.
Meredith Shay, la primera en inscribirse, había vendido su casa para financiar este viaje único. Con $562,000 invertidos en su camarote, las expectativas de explorar destinos como Namibia, las Seychelles y la costa de la India se desvanecieron en un instante. Shay compartió su desesperación al enterarse de la cancelación, caminando devastada durante horas después de deshacerse de sus pertenencias.
Miray International, propietaria de Life at Sea Cruises, inicialmente había planificado el crucero en el MV Gemini. Sin embargo, al considerarlo pequeño, optaron por comprar el AIDAaura, rebautizándolo como MV Lara. El retraso en la venta del barco permitió a Celestyal Cruises aprovechar la oportunidad, adquiriendo el barco el 16 de noviembre. La confusión y la falta de transparencia marcaron el destino del crucero.
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¿Quién asume la responsabilidad de la cancelación?
Kendra Holmes, ex CEO de Life at Sea, renunció poco antes del colapso y anunció la cancelación en un video entregado a los pasajeros por medio de un canal no oficial. Vedat Ugurlu, dueño de Miray International, confirmó posteriormente la noticia, señalando que la compañía no era lo suficientemente "grande" para costear el barco, atribuyendo problemas con inversores debido a la inestabilidad en Oriente Medio.
Los pasajeros, quienes habían alquilado sus hogares y suspendido sus vidas, quedaron desconcertados. Muchos expresaron desconfianza y desesperación, enfrentándose a la incertidumbre sobre su futuro . Algunos necesitaban el reembolso para planificar su próximo paso, mientras que otros lamentaban la pérdida de tres años de planes meticulosamente organizados.
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A pesar de las promesas de reembolso por parte de Life at Sea Cruises, la realidad es que muchos se quedaron sin el viaje de sus vidas y con una incertidumbre inesperada. La lección aquí es la importancia de la transparencia y la responsabilidad en la industria de los cruceros, donde los sueños de los pasajeros deben ser tratados con el respeto que merecen.
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