El medio de comunicación La Nación , de Venezuela, reportó un doloroso caso: la muerte de dos padres y sus tres hijos por COVID-19. Pero lo que desencadenó el fallecimiento de la familia pudo haberse evitado si la madre, Verónica García Fuentes no hubiese guardado silencio.
Resulta que la mujer empezó a tener síntomas como fiebre, estornudos y malestar general desde la segunda semana de diciembre pasado. El 17 de diciembre, dice La Nación, se dirigió al Centro de Diagnóstico Integral en Táribadonde en donde le hicieron la prueba rápida de COVID- 19 y salió positiva.
Sin embargo, la mujer sintió tanto miedo que prefirió guardar silencio y no contárselo a su familia, pero sí se aisló en su casa. El 20 de diciembre se hace una prueba PCR con el mismo resultado e inició un tratamiento privado en casa, para su esposo y sus hijos se trataba de “una gripe muy fuerte”.
10 días después, su esposo, José Antonio Gómez, asiste a una fiesta familiar. “Él se fue a la reunión. Las fiestas están prohibidas, pero se reunieron, quizá unas 20 o más personas. Tomó licor, habló con amigos, cuando recibió una llamada telefónica de su esposa en la que le dijo que regresara a la casa, que no compartiera con nadie, porque ella tenía COVID y él podía estar infectado”, contó al medio señalado Mariela García, cuñada del hombre.
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En la primera semana de enero, Verónica se complicó y tuvo que ser llevada a un centro médico, allí le dicen a José Antonio que ella padece una neumonía.
Los cinco integrantes de la familia fueron sometidos a la prueba PCR y todos salieron positivos para COVID-19. Sin embargo, para ese momento, solo la madre tenía síntomas.
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Para el 14 de enero, Verónica fue hospitalizada y días más tardes entubada.
Con el temor de perder a su esposa, José Antonio se aisló junto a sus hijos en casa y aunque su familia lo tranquilizaba porque él era asintomático, sorpresivamente su salud se empezó a deteriorar y fue también hospitalizado.
“En la placa de tórax que le hacen a mi hermano, los pulmones salieron todos negros. El médico se alarmó, le preguntó si era fumador, él le dijo que no. El médico sabía que estaba enfermo y que no había recibido el tratamiento adecuado”, dijo Mariela Gómez, hermana de José Antonio.
En tan solo dos días, relata La Nación, murieron el padre y la madre y los hijos empiezan a tener complicaciones. La adolescente de 16 años tuvo que ser remitida de urgencia a un centro de salud en donde murió el mismo día que la llevaron.
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Los otros dos hijos estaban bajo el cuidado de una señora amiga de la familia. Aunque estaban bien, al poco tiempo empezaron a enfermar por lo que recibieron tratamiento médico. Sin embargo, días después fueron ingresados al Hospital Central de San Cristóbal, los dos fueron diagnosticados con bronconeumonía derivada del COVID y ambos fallecieron.
Una tragedia familiar que para muchos, que opinan en redes sociales, se pudo haber evitado si Verónica hubiese dado la alerta desde un inicio. En menos de 42 días, la familia completa falleció.