Laurent Simons no encontrará solo Legos o historietas al pie del árbol navideño este año. Este pequeño superdotado belga, de sólo nueve años, está a punto de obtener su licenciatura en ingeniería eléctrica de la universidad de Eindhoven.
Con su mechón de pelo que le cae delante de los ojos, su suéter de cuello alto, sus jeans y sus zapatillas, Laurent tiene el aspecto de todos los chicos de su edad.
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Pero sus compañeros más leales son su computadora portátil y un gran libro sobre chips electrónicos y otros circuitos integrados, "galimatías" para sus padres, que admiten "no entender nada sobre eso".
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Laurent está a punto de graduarse a finales de diciembre, después de sólo nueve meses de estudios, en lugar de los tres años habituales. Para el niño, que ama el kárting, jugar con su perro y ver series de televisión, graduarse a su edad es bastante "normal".
El chico superdotado sueña con ser "investigador". Su objetivo, explica, es "fabricar órganos artificiales para poder prolongar la vida" y ayudar a los pacientes cardíacos, como sus abuelos. "Todavía tengo que ver cómo hacerlo. Ya he empezado un poco", explica.
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Cuando Laurent recorre los pasillos de la universidad y diseña circuitos eléctricos con bata blanca en su laboratorio, sus mejores amigos juegan a pillar en el patio de Ostende, en Bélgica, donde fue criado por sus abuelos hasta principios de este año, ya que sus padres estaban "ocupados por el trabajo" en Holanda.
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"No extraño mucho la escuela primaria", confiesa Laurent. Su padre, Alexander, un dentista belga de 37 años, ya está en contacto con universidades en Estados Unidos donde su hijo desea estudiar medicina.
"Las cualidades de Laurent son simplemente extraordinarias", declara Sjoerd Hulshof, director de la licenciatura en Ingeniería Eléctrica de la universidad de Tecnología de Eindhoven, un currículo "generalmente considerado difícil".
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Este niño es "el estudiante más rápido que hemos tenido. No sólo es muy inteligente, sino también muy simpático", añade a la AFP Hulshof.
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Laurent atravesó sus años de escolaridad a una velocidad extraordinaria. Después de ingresar en la escuela primaria a los cuatro años, realizó su año de primer grado como sus compañeros, antes de terminar el resto de la enseñanza primaria en un año y medio. Y necesitó el mismo tiempo terminar la secundaria.
"Su abuelo y su abuela nos decían que era muy inteligente, más que los demás", explica Lydia Simons, holandesa de 29 años, asistente dental en el consultorio de su marido en Rotterdam, que pronto venderán, para poder "consagrarse totalmente" a Laurent. "Es muy pequeño. No puede tomar el tren solo", explica el padre del niño, que se dedica regularmente a entrevistas con su hijo.
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Consciente de la atención mediática de la que es objeto Laurent, Alexander asegura que su hijo vive en un entorno sano. "Intentamos que encuentre un equilibrio, que disfrute de la vida, que también pueda ser simplemente un niño", afirma.
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