A través de una página web, la periodista Clara Málvarez hizo una investigación personal que quiso compartir con sus lectores.
En el relato, la mujer confiesa que una de las partes que más disfruta cuando tiene intimidad con su novio es el sexo oral.
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Sin embargo, la mayoría de las veces le resulta incómodo hacerlo por el sabor y textura que tiene el semen cuando lo pasa por su garganta.
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Con el fin de seguir tendiendo esta práctica con su pareja sin ningún problema, la periodista consultó un experto , quien le dio algunos consejos de alimentos que puede y los que no consumir.
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“El semen está compuesto en un 90% por proteínas, azúcares y sales minerales que provienen directamente de lo que consumimos. Por lo tanto, el olor y el sabor del semen está directamente relacionado con el estilo de alimentación del hombre . Existen estudios que afirman que cambiando la alimentación se produce un cambio en la calidad del semen”, explicó Héctor Galván, director clínico del Instituto Madrid de Sexología.
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El sexólogo recomienda evitar espárragos, brócoli y coles , pero si lo que “se busca es mejorar el gusto y el olor del semen se suele aconsejar ingerir por ejemplo alimentos como cereales, verduras o frutas naturales y dulces, especialmente papaya, limón, arándanos y piña ”.
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“Si nuestra alimentación está determinada por ejemplo por vegetales, el semen que producimos suele ser más suave. Por el contrario, alimentos como el repollo, las espinacas, los espárragos, o la carne podrían hacer que sea más agrio”, añadió Galván.
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Finalmente, después de informarse de todo lo anterior, Clara hizo el experimento con su novio, lo sometió a una pequeña dieta que incluía alimentos que le sugirió el sexólogo y reveló que obtuvo cambios positivos a la hora de la felación.
“Después de un día alimentándonos con estos platos y sin probar alcohol ni tabaco, llegó el momento de irnos a la cama. Nos fusionarnos en una larga sesión de sexo que acabó con una corrida en mi boca. Y llegó el momento más esperado: por fin me lo tragué todo sin dificultades. Obviamente, el sabor no había cambiado radicalmente, no pasó a ser de repente una exquisitez culinaria, pero sí que desaparecieron los fuertes matices agrios y amargos que se quedan en la boca y que provocan una mueca de asco. Facilitó el trabajo”, concluyó Málvarez.
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