¿Mala memoria? Estos cinco hábitos pueden cambiarlo todo y mejorarla, según la IA
La memoria puede fortalecerse con hábitos simples y respaldados por la ciencia. La repetición espaciada ayuda a retener información a largo plazo, y entrenar la mente.
En un mundo lleno de distracciones y exceso de información, recordar lo que aprendemos se ha convertido en un verdadero reto. El estrés, la falta de sueño y el uso excesivo de dispositivos electrónicos pueden afectar nuestra capacidad para memorizar. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que la memoria puede entrenarse y fortalecerse con hábitos simples, pero constantes.
1.Practica la repetición espaciada: Olvídate de estudiar todo en una sola noche. La repetición espaciada consiste en repasar la información en intervalos cada vez más largos: un día después, luego tres, después una semana. Esta técnica activa la memoria a largo plazo y evita el típico “lo estudié ayer, pero hoy no recuerdo nada”. Plataformas como Anki o Quizlet aplican este método de forma automática.
2.Dormir bien, la clave del recuerdo: Dormir entre siete y nueve horas no es un lujo, es una necesidad para el cerebro. Durante el sueño profundo, el cerebro organiza y consolida la información adquirida durante el día. Estudios señalan que una sola noche sin dormir puede reducir hasta un 40% la capacidad de recordar. Así que antes de trasnochar estudiando, piensa que dormir también es aprender.
3.Ejercicio físico, combustible para el cerebro: Mover el cuerpo es mover la mente. Caminar, correr, nadar o practicar cualquier actividad aeróbica aumenta el flujo sanguíneo hacia el cerebro y estimula la creación de nuevas conexiones neuronales. Incluso 20 minutos de caminata al día pueden marcar la diferencia en tu memoria y concentración.
La Kalle - El cerebro sigue consciente después de la muerte - Foto: Getty Images
4. Entrena tu mente: La memoria también necesita ejercicios. Aprende un idioma, toca un instrumento, resuelve crucigramas o juega ajedrez. Estos retos obligan al cerebro a adaptarse y fortalecen la plasticidad cerebral, clave para aprender cosas nuevas a cualquier edad.
5. Alimentación para recordar: Lo que comes influye en cómo piensas. Incluye en tu dieta alimentos ricos en omega-3 (pescados, nueces, semillas de chía), antioxidantes (frutas como arándanos) y vitaminas del grupo B. En cambio, reduce el consumo de azúcares y ultra procesados, ya que se asocian con deterioro cognitivo a largo plazo.
Adoptar estos hábitos no es cuestión de un día, ni de aplicar los cinco a la vez. Elige uno, practícalo y luego añade otro. La memoria es como un músculo: cuanto más la entrenes, más fuerte será. En un mundo que nos exige aprender y adaptarnos constantemente, cuidar la mente no es opcional, es una inversión para el futuro. Porque recordar bien no solo ayuda a estudiar o trabajar mejor, también mejora nuestra calidad de vida y nuestras relaciones.
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