Euclides Mosquera, un hombre de 53 años, se ha convertido en un verdadero símbolo de resistencia en las calles de Acandí, Chocó, Colombia. Con solo 54 kilogramos de peso, ha desafiado a la muerte en al menos 15 ocasiones a lo largo de más de una década.
Su primera experiencia cercana con la muerte fue en noviembre de 2010, mientras trabajaba en un cultivo de plátano. En un instante, sintió la mordedura de una serpiente venenosa enredada en su brazo. "A medida que corría el veneno por las venas, sentía un calor que me quemaba", recuerda Mosquera. Sus extremidades comenzaron a inflamarse y brotó sangre de su cuerpo. Sin embargo, contra todo pronóstico, sobrevivió.
Pero la lucha de Mosquera contra la muerte no terminó ahí. En septiembre de 2012, su esposa, Luz Marina Díaz, temió lo peor cuando lo vio llegar a casa tambaleándose y desvaneciéndose después de ser mordido nuevamente por una serpiente.
La desesperación se apoderó de Díaz, consciente de que el único antídoto efectivo era el suero antiofídico, pero para ese momento no podía llevar a su esposo a un puesto de salud porque tenía a su cuidado a su hija de 8 meses. La única opción fue pedir ayuda al patrón y confiar en la fe. "Era como si Dios nos hiciera el milagro una vez más", dice Mosquera.
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Este hombre, padre de cuatro hijos, ha vivido momentos en los que se sintió como un "muñeco de trapo", incapaz de moverse ni hablar, pero con la mente lúcida. Temía que cada vez que enfrentaba la muerte, fueran sus últimos momentos junto a su familia.
Después de haber sido mordido por las culebras en 14 ocasiones, en febrero de 2019 la historia cambiaría, esta vez siendo impactado sorprendentemente por un rayo mientras realizaba su trabajo en el campo. Este apenas lo lastimó, dejándolo con unas leves quemaduras en su cuerpo.
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“El machete se dobló y se puso negro como si lo hubieran metido a la candela, yo también quedé chamuscadito”, dijo Euclides Mosquera a Semana.
A pesar de todo, Mosquera no se rinde. Ha aprendido a vivir con el peligro constante y a apreciar cada día como un regalo. Agradeciendo a Dios por permitirle estar al lado de su familia y amigos que nunca lo han desamparado en los momentos difíciles.
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