En una emotiva publicación compartida a través de su cuenta de Instagram, la reconocida periodista y presentadora Andrea Serna narró una historia personal que ha tocado a miles de sus seguidores: el origen de la pasión ecuestre de su hija.
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Este camino que comenzó de forma inesperada gracias a una experiencia vivida durante su primer año como conductora de El Desafío, uno de los programas insignia de Caracol Televisión.
“¿Ustedes pueden creer que mi hija terminó en salto ecuestre gracias al Desafío?”, preguntó Serna en su video, que rápidamente captó la atención en redes. La anécdota tiene sus raíces en una escena que, según ella misma contó, marcó no solo su trayectoria profesional sino también su vida familiar.
Corría su primer año en el reality cuando Charly Dueñas, director del formato, le propuso una bienvenida impactante: hacer su entrada montada a caballo. Lejos de emocionarse de inmediato, Serna confesó entonces un miedo que había cargado desde niña: su dificultad para interactuar con animales.
“Soy valiente para muchas cosas, pero con los animales, no tanto”, le dijo al director.
Ese temor era tan profundo que sus padres, en un intento por ayudarla, recurrieron a una técnica peculiar: enseñarle a "hacerse estatua" cuando se encontraba con un perro.
Y funcionó. Por años, Andrea aplicó este método para lidiar con sus miedos. Pero al enfrentarse al reto del programa, algo cambió.
Motivada por el deseo de no transmitirle sus miedos a su hija pequeña, Serna decidió enfrentar la situación de frente.
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Se inscribió en clases matutinas de equitación, no para aprender técnicas avanzadas, sino para superar el miedo básico: acercarse al caballo, montar, trotar y, eventualmente, ensayar sus líneas mientras cabalgaba.
“Yo me sentía listísima”, aseguró en su relato. Pero la llegada a Cap Cana, lugar de grabación del programa, la enfrentó a un desafío aún mayor: un caballo con temperamento fuerte que no era precisamente lo que una principiante espera.
Aun así, lo hizo. Y el resultado fue, según sus palabras, “espectacular”.
Pero más allá del logro personal, la experiencia sembró una semilla en casa. Su hija, a quien cariñosamente llama “Emi”, ya demostraba afinidad por los animales desde temprana edad, disfrutando de paseos a caballo junto a su padre.
Aprovechando esa conexión, Andrea sugirió llevarla a la misma academia donde ella había entrenado. Así comenzó un camino que hoy, años después, la tiene inmersa en el mundo del salto ecuestre.
“Una cosa llevó a la otra”, narró Serna, y ahora su hija no solo practica la disciplina, sino que brilla con luz propia.
Al ser consultada sobre si siente miedo al verla competir en esta actividad que alguna vez le aterraba, su respuesta fue clara: “Cero miedo”.
La transformación fue completa. No solo su hija encontró una pasión que la llena, sino que Andrea también logró reconciliarse con el mundo animal.
Hoy, orgullosa, se declara “mamá gatuna” de dos felinos: Luigi y Copito, y asegura que su relación con los animales ha cambiado por completo.
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