Netflix revivió la magia del Divo de Juárez con una producción que está dando de qué hablar. Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero muestra al artista mexicano como nunca antes, a través de grabaciones inéditas, archivos personales y testimonios que abren una ventana directa a su vida.
A continuación, te contamos seis datos curiosos que revelan mucho más de su historia. Alerta de spoiler, porque si aún no la has visto, esta lista te va a dejar con ganas de correr a reproducirla.
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Curiosidades impactantes de Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero (alerta de spoiler)
1. Tres nombres, una sola esencia: Alberto, Adán y Juan Gabriel
Antes de ser el ícono que conocemos, fue Alberto Aguilera Valadez, un joven con un enorme talento nacido en Parácuaro, Michoacán. Su primer nombre artístico fue Adán Luna, inspirado en un cómic, pero fue en Ciudad de México donde decidió reinventarse y convertirse en Juan Gabriel.
El nombre “Gabriel” lo tomó de su padre, y “Juan” simplemente le sonó bien. Según el propio artista, lo escribió miles de veces hasta acostumbrarse. Ese fue el comienzo de una carrera que lo inmortalizó.
2. De los escenarios a la correccional: un inicio difícil
El documental muestra los momentos más duros de su juventud, incluyendo su paso por una correccional juvenil y los problemas que enfrentó por ser diferente en una época complicada.
Pero incluso en medio de esas dificultades, su talento nunca se apagó. En la cárcel de Lecumberri conoció a personas que lo ayudaron a salir adelante y lo impulsaron a cantar profesionalmente. Esa etapa, aunque amarga, terminó marcando el inicio de su verdadero despegue musical.
3. “Amor eterno”, su homenaje más desgarrador
Pocos sabían que la canción “Amor eterno” fue una dedicatoria directa a su madre, Victoria Valadez, quien falleció en 1974. En el documental se muestra cómo esa pérdida lo afectó profundamente.
Aunque en su momento no la publicó, la canción tomó vida una década después en la voz de Rocío Dúrcal, convirtiéndose en uno de los himnos más sentimentales de la música latina.
4. Un antes y un después en Bellas Artes
En 1990, Juan Gabriel rompió esquemas al presentarse en el Palacio de Bellas Artes de México, un recinto reservado solo para la “alta cultura”. Su aparición generó controversia, pero terminó siendo uno de los conciertos más emblemáticos del país.
Su actuación junto a la Orquesta Sinfónica Nacional demostró que la música popular también podía brillar en los escenarios más prestigiosos. Fue, sin duda, un momento histórico para la cultura mexicana.
5. La visión del artista y del hombre
El documental también destaca la dualidad entre el artista y el ser humano. Juan Gabriel solía decir:
“En el escenario soy Juan Gabriel, pero fuera de él soy Alberto Aguilera.” Esa frase resume perfectamente cómo vivió: un artista lleno de energía, pero también un hombre sensible, que escribía canciones desde el dolor y la esperanza.
6. El adiós del Divo
En los últimos minutos de la serie, se muestra cómo su salud comenzó a deteriorarse, pero nunca perdió la pasión por cantar.
Su hijo Iván Aguilera relata el momento en que recibió la noticia del fallecimiento de su padre el 28 de agosto de 2016, tras un paro cardíaco.
A pesar de su partida, su legado sigue vivo, y el documental deja claro que, aunque Alberto murió, Juan Gabriel sigue presente en cada nota, cada recuerdo y cada escenario donde su música sigue sonando.
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¿Dónde ver Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero?
La serie documental está disponible exclusivamente en Netflix. Fue estrenada el 30 de octubre de 2025 y cuenta con cuatro episodios llenos de grabaciones inéditas, testimonios de sus hijos, amigos cercanos y colaboradores que acompañaron al Divo de Juárez hasta sus últimos días.