La historia de un niño de 9 años delReino Unido ha recorrido el mundo durante los últimos meses, pues su condición médica ha llamado la atención, pues lo que para muchos sería un estado ideal, para los padres del niño ha generado mucha preocupación pues el pequeño, identificado como Zach Skitmore no siente dolor.
¡Sí! es probable que en este instante estés pensando que es un niño con suerte, sin embargo es importante tener en cuenta que al no sentir dolor se vuelve más complicado que tanto él, como sus padres, puedan ser alertados de los males que pueden aquejar su cuerpo.
La sospecha de que algo no estaba bien el Zach empezó a los 9 meses cuando el siendo un bebé tuvo que hacerle frente al cuadro de vacunas y no derramó ni una sola lágrima, o por lo menos emitió un pequeño grito. En esa ocasión la enfermera que lo atendió quedó realmente sorprendida pues tal y como se le expresó a los padres del niño, en toda la historia de su carrera profesional jamás se había topado con un niño que no reaccionara de alguna manera a las vacunas.
Publicidad
Posteriormente, cuando el menor tenía un año se mordió la lengua y después a sus 4 años de edad se dislocó la cadera, por lo que tuvo que enfrentarse a un doloroso procedimiento sin embargo, ante ninguna de las lesiones reaccionó. Por lo tanto sus padres acudieron a varios médicos para que lo valoraran y les dieran un diagnostico de lo que le podría estar pasando a su hijo, sin embargo ninguno dio con el chiste, ni tampoco se mostraron muy interesados en seguir investigando de qué podría tratarse.
Publicidad
Fue sólo hasta que Zach cumplió 9 años, cuando un médico que le estaba haciendo un chequeo general notó que el niño tenía una pierna rota y andaba como si nada, lo que lo llevó a investigar y descubrir que el pequeño padecía de Insensibilidad Congénita al Dolor, la cual es una condición que hace que los genes inhiban la capacidad de sentir el dolor.
Las personas que la padecen suelen vivir constantemente con heridas, huesos rotos, quemaduras y demás sin darse cuenta. Esta es una condición que afecta a una persona en un millón y que además, no tiene cura.
Por lo tanto los padres de Zach deben vivir muy pendiente hasta de lo más mínimo pues el niño no es consciente ni siquiera de cuando algo está demasiado caliente.