Los ancianos de países latinoamericanos están más expuestos a la COVID-19 que los españoles por sus condiciones residenciales, según un estudio, que revela que el 51 % de los mayores de 65 años colombianos y el 35 % de los argentinos, frente al 19 % de los españoles, no puede protegerse adecuadamente de la epidemia en sus viviendas.
La investigación llevada a cabo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), que tiene como objetivo medir la protección ofrecida por las viviendas a la tercera edad ante una pandemia, concluyó que el riesgo residencial en América Latina es mucho mayor que en España, debido a que en países como Colombia o Argentina es más frecuente que los mayores no vivan solos, sino que trabajen o vivan con personas más jóvenes que no pueden teletrabajar.
Para realizar la cuantificación, la UAB contabilizó el riesgo de que las personas mayores estén en contacto con la enfermedad dentro de sus propias viviendas en países como Colombia y Argentina, que los autores considerados representativos de América Latina, y después comparó los datos obtenidos con la situación en España.
De esta forma, se concluyó que el riesgo es máximo cuando los mayores viven con otras personas en condiciones de hacinamiento y sin agua de red, y cuando ellos mismos o sus convivientes tienen nulas posibilidades de teletrabajar.
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La investigación determinó que, en Colombia, el 67 % de los mayores comparte su vivienda; solo el 38 % reside en hogares en los que nadie trabaja y el 15 % se encuentra viviendo en lugares de hacinamiento y sin servicio de agua en red. En Argentina, por su parte, un 43 % de mayores comparte la vivienda y el 5 % sufre de hacinamiento y no tiene agua corriente en la vivienda.
"En América Latina, cualquier medida de protección de los mayores debe anticipar que aislarlos completamente de personas de menos riesgo, pero mayor exposición, es poco realista", sostienen los investigadores del estudio.
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La dificultad del aislamiento se debe, fundamentalmente, a que los mayores residen habitualmente junto al resto de la familia en la casa familiar, con la consecuente exposición al virus que eso supone por medio del resto de los convenientes, muchos de ellos jóvenes en edad de trabajar. Además, la débil protección social y la crisis económica de países como Argentina obligan con frecuencia a muchas personas mayores a trabajar.