
La investigación por el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay sigue revelando detalles sorprendentes. Uno de los nombres más mencionados es el de Elder José Arteaga Hernández, alias El Costeño, capturado el 5 de julio en una vivienda de Engativá. Aunque fue señalado como uno de los cerebros detrás del ataque ocurrido en Modelia, Bogotá, lo que más llama la atención es la vida que llevaba antes de caer en manos de las autoridades.
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Alias El Costeño es oriundo de San Pedro de Urabá, pero según testimonios recogidos por EL TIEMPO, había estado viviendo recientemente en Cali y Soacha. La noche de Año Nuevo lo sorprendió en este último municipio, poco antes de regresar a Bogotá, donde se estaba moviendo con total normalidad, mientras lo buscaban con una circular roja de Interpol. Fue durante su estadía en la capital que las autoridades lograron ubicarlo gracias a seguimientos e interceptaciones.
Su captura fue descrita como una escena emocional. Al momento de ser abordado por la Policía y la Fiscalía, El Costeño rompió en llanto. Detrás de su imagen se ocultaba un hombre que llevaba una doble vida y que, incluso, estaba por definir si colaboraba o no con la justicia a cambio de protección para él y su familia.

La doble vida de 'El Costeño' y la promesa incumplida a su familia
Después de pagar una de sus condenas, El Costeño reapareció en la Costa Caribe, donde comenzó a abrir barberías y apadrinó a un DJ de música electrónica. De hecho, EL TIEMPO estableció que estaba detrás de un proyecto musical llamado 'El Padrino'. A sus allegados les dijo que quería cambiar de vida.
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Tras este intento de comenzar de nuevo, volvió a tener contacto con su familia en Bogotá. Les prometió que iba a ingresar a una iglesia cristiana, pues varios de sus familiares eran feligreses. Sin embargo, poco tiempo después, se descubrió que continuaba vinculado a actividades ilegales.
A pesar de sus palabras, no abandonó los círculos que lo tenían en la mira de las autoridades. EL TIEMPO habló con personas cercanas a su entorno, quienes aseguraron que El Costeño se movía con precaución, pero seguía tomando decisiones arriesgadas. No vivía escondido, pero sí con cautela. Su captura en Engativá fue resultado de una labor silenciosa de inteligencia.
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Actualmente permanece en el búnker de la Fiscalía, mientras se adelantan las audiencias judiciales en su contra. Aunque ya se le imputaron cargos por tentativa de homicidio agravado, fabricación y tráfico de armas, concierto para delinquir y uso de menores para cometer delitos, el caso sigue abierto.
Las autoridades ahora se concentran en identificar a los autores intelectuales del atentado contra Miguel Uribe. Mientras tanto, El Costeño deberá decidir si coopera o guarda silencio.
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