
El 28 de octubre de 2024, el barrio Las Ferias, ubicado en el occidente de Bogotá, fue testigo de un hecho que sacudió profundamente a la comunidad. Aquel día, la vida de dos pequeños hermanos, Santi Esteban, de cuatro años, y Susan Camila, de siete, llegó a su fin.
Las circunstancias de este lamentable caso involucraron a su propio padre, Darwin Felipe Beltrán. Según relataron testigos, tras lo sucedido, Beltrán mostró un comportamiento desconcertanteal exponer el cuerpo de uno de los menores desde una ventana del segundo piso,lo que generó una inmediata reacción de indignación por parte de los vecinos.
Las autoridades llegaron con rapidez al lugar y lograron detenerlo en el acto, evitando que la comunidad tomara represalias.Actualmente, Beltrán enfrenta cargos por homicidio agravado y permanece en reclusión.
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La madre de los niños, Paola Ramírez, se encontraba fuera de casa en el momento de los hechos. Había salido brevemente a una tienda cercana, sin imaginar que al regresar su vida cambiaría para siempre. Desde entonces, su cotidianidad se ha visto marcada por el dolor y la necesidad de sobreponerse a una pérdida que no tiene consuelo.
Recientemente, Paola rompió el silencio en el videopódcast Más allá del silencio, conducido por el periodista Rafael Poveda. En esta entrevista, narró con profunda tristeza lo que ha tenido que vivir desde aquel día.

Contó que enfrentarse nuevamente a Darwin Beltrán, así fuera de forma virtual durante la audiencia realizada el pasado 9 de mayo, fue una experiencia profundamente dolorosa. “Verlo o escucharlo es como volver a vivir ese momento”, expresó.
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Durante la diligencia judicial, Beltrán no aceptó responsabilidad por lo ocurrido. Alegó no tener consciencia de sus actos en ese instante. Esta declaración dejó a Paola con una mezcla de frustración e impotencia.
Sin embargo, fue otra revelación la que generó un gran impacto en la audiencia del pódcast: la difícil situación económica que ahora enfrenta Paola.

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Tras la pérdida de sus hijos, decidió adquirir un lote de un cementerio para darles un lugar de descanso digno, evitando que fueran cremados. Para lograrlo, contrajo una deuda cercana a los 30 millones de pesos.
“Estoy trabajando porque estoy pagando lo del lote de los niños”, dijo entre lágrimas. Su empleo actual es como guarda de seguridad en una empresa de vigilancia, labor que desempeña con dedicación para cumplir con una cuota mensual de 700.000 pesos.
“No quiero que a mis hijos me los vayan a quemar”, explicó con la voz entrecortada, mientras intentaba contener el llanto.
A pesar del dolor, Paola ha buscado la forma de honrar la memoria de sus hijos, asumiendo con valentía una carga económica que no debería corresponderle, pero que asumió como un acto de amor y dignidad.