Una segunda oleada de COVID-19 podría evitarse si se mantienen las distancias de seguridad y el uso de mascarillas, según un modelo desarrollado por ISGlobal, que muestra que el desconfinamiento ha de ser gradual y que el comportamiento individual es un factor clave.
De hecho, según este modelo del ISGlobal, mantener la distancia entre personas y otras intervenciones como el uso de mascarillas y la higiene de manos "podría eliminar la necesidad de futuros confinamientos".
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Estas consideraciones han sido publicadas en Nature Human Behavoir, donde se ha añadido que en países en los que aún no se ha llegado al pico de casos activos, los confinamientos se han de mantener al menos 60 días y el desconfinamiento debe de ser gradual, para disminuir el riesgo de segundas olas del coronavirus.
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El jefe del programa de Clima y Salud del ISGlobal, Xavier Rodó, ha considerado que "el problema es que evaluar el riesgo (de cómo y cuándo aligerar las restricciones del confinamiento) es difícil, dada la falta de información fiable sobre el número real de personas infectadas o el grado de inmunidad desarrollado entre la población".
En este estudio, el equipo de Rodó presenta proyecciones basadas en un modelo que divide a la población en siete grupos: susceptibles, en cuarentena, expuestos, infecciosos no detectados, reportados infecciosos y confinados, recuperados y fallecidos.
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También permite simular tanto el grado de confinamiento de la población como las diferentes estrategias posteriores al confinamiento.
"Nuestro modelo considera el retorno de las personas confinadas a la población susceptible para estimar el efecto del desconfinamiento, e incluye los comportamientos de las personas y la percepción de riesgo como factores moduladores", ha explicado Rodó.
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Este modelo puede ser útil para países en los que aún no se ha llegado al pico de casos, como los del hemisferio sur, y permitiría evaluar las políticas de control y minimizar el número de casos y muertos causados por el virus, ha considerado Leonardo López, coautor del estudio y también investigador del ISGlobal.
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Los resultados del estudio muestran que la duración del primer confinamiento afectará al momento y la magnitud de las olas posteriores y que las estrategias de desconfinamiento gradual "siempre resultan en un menor número de infecciones y muertos, en comparación con procesos de desconfinamiento muy rápidos", han precisado los autores.
En España, donde el desconfinamiento fue rápido para la mitad de la población y gradual para el resto, el comportamiento individual será clave para reducir o evitar una segunda oleada de la COVID-19, han asegurado.
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"Si conseguimos hacer reducir la tasa de transmisión un 30 % mediante el uso de mascarillas, higiene de manos y distanciamiento social, podemos reducir considerablemente la magnitud de la próxima oleada. Reducir la tasa de transmisión en un 50 % podría evitarla completamente", ha afirmado Rodó.
Los resultados muestran que incluso en países que no tienen los recursos para testar y rastrear todos los casos y contactos, el empoderamiento social mediante el uso de mascarillas, la higiene de manos y el distanciamiento social "es clave para parar la transmisión viral".
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Las simulaciones también muestran que la pérdida de inmunidad al virus tendrá efectos significativos en el tiempo transcurrido entre olas epidémicas: si la inmunidad tiene una larga duración (un año en lugar de unos pocos meses), el tiempo entre las olas epidémicas se duplicará.
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El modelo toma en consideración confinamientos totales y usa los datos disponibles hasta el 25 de mayo, pero no tiene en cuenta un posible efecto de las temperaturas en la transmisión viral.