La depresión, a menudo trivializada como "ganas de joder" o pereza, es en realidad un tema de extrema gravedad que requiere conciencia y apoyo, no minimización.
Esta enfermedad, que incluso puede ocultarse detrás de la sonrisa de una persona exitosa o un humorista, libra una batalla diaria, dura y silenciosa en el interior de quien la padece.
Lorena Rodríguez, la primera colombiana en ser sometida a una técnica de cirugía para la depresión personalizada e individualizada, compartió su experiencia en El Klub de La Kalle.
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Su camino hasta el quirófano fue largo y exhaustivo, abarcando 17 años de lucha. Desde los 18 años, cuando comenzaron sus síntomas, Lorena inició un recorrido que incluyó visitas al médico general y la aceptación de que su malestar era un trastorno mixto ansioso-depresivo que no aparecería en un análisis de sangre ni se manifestaría como una fractura visible.
En su búsqueda por la salud mental y la tranquilidad, probó absolutamente todo lo que estaba a su alcance: la medicina tradicional, la medicina alternativa, la medicina holística y complementaria, incluyendo terapias como la aromaterapia y el reiki. Además, se enfrentó a la estigmatización y los juicios de quienes atribuían su sufrimiento a la "falta de fe" o la "falta de ganas".
A lo largo de los años, probó más de cinco fármacos, pero desarrolló una predisposición importante a los efectos secundarios, lo que la llevó a buscar otras vías.
Antes de la intervención, Lorena vivía con distimia, una condición donde la depresión, aunque permite una vida "medianamente funcional", actúa como una carga constante que exige un sobresfuerzo para realizar incluso tareas básicas, como amarrarse los zapatos o cepillarse los dientes.
En diciembre, sufrió una recaída tan severa que, literalmente, no podía levantarse o realizar actividades cotidianas; no era falta de querer, sino incapacidad física.
Fue su hermana quien, conociendo a otro paciente del doctor William Omar, sugirió la cirugía. Lorena, escéptica tras tantos tratamientos fallidos, investigó y se contactó con el médico, impulsada por un "grito del alma" y el deseo de dejar de sobrevivir para finalmente obtener "emociones genuinas".
El procedimiento al que fue sometida es la estimulación cerebral profunda, una intervención que, si bien ha sido utilizada en más de 250.000 personas en el mundo para tratar diversas condiciones, solo se aplica en aproximadamente 400 pacientes a nivel mundial para casos de depresión.
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En palabras sencillas, según lo explicado por el doctor y replicado por Lorena en la entrevista con La Kalle 96.9, la cirugía aborda la sobreactividad cerebral.
Si se imagina el cerebro como una ciudad, ciertas áreas o "barrios" están sobrecargados de energía, lo que provoca que otros se "apaguen" o se queden sin actividad. La colocación de los cuatro electrodos busca precisamente "devolverle la luz a esos barrios".
La intervención de Lorena se realizó el 9 de abril. Contrario a la idea de que la cirugía es una "varita mágica", los cambios son paulatinos.
Sin embargo, dos días después de la operación, el 11 de abril, ella experimentó un cambio revelador: sintió ganas de salir y pasear por un centro comercial. Ese era un deseo que no había sentido en más de un mes y medio debido a su recaída crónica.
Los resultados más sostenibles y notorios se presentaron a partir del tercer mes, y al acercarse al sexto mes, tras varios ajustes para encontrar el "punto dulce," Lorena reportó los mejores resultados.
Ahora, la diferencia radica en que, aunque siente tristeza, como cualquier ser humano, logra sobreponerse a ese sentimiento, algo que antes la dejaba atrapada por días, semanas o incluso meses.
¿La operación de la depresión es irreversible?
Uno de los puntos clave destacados por Lorena es la seguridad del procedimiento, crucial para disipar temores sobre supuestas lobotomías o la pérdida de emociones. La cirugía es una técnica muy segura y, fundamentalmente, reversible.
Como alternativa a la medicación para trastornos resistentes, la paciente enfatiza la baja probabilidad de riesgo médico grave, asegurando que "lo peor que puede pasar es que no funcione" y, en ese caso, el sistema de electrodos puede ser retirado.
Finalmente, ante los juicios que consideran la cirugía como un "acto de cobardía," Lorena respondió con madurez en el Klub de La Kalle, afirmando entender la ignorancia de la gente, pero defendiendo su decisión como el resultado de un proceso muy riguroso y un camino largamente batallado, demostrando que buscar esta solución es, en realidad, un acto de profunda valentía.
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