Ana María Trujillo, una figura destacada en la industria del entretenimiento, anunció el fallecimiento de su hijastra el pasado mes de abril. La noticia de la partida de su hijastra, Kimberly Arata, sacudió los cimientos de su familia y dejó un vacío imposible de llenar.
Hace apenas un mes, la vida de Trujillo dio un giro inesperado y desgarrador. Kimberly, la hija biológica de su esposo, José Francisco Arata, cruzó el umbral de la existencia debido a una combinación letal de influenza y Covid-19, agravada por su lucha contra la anemia drepanocítica. Desde entonces, las palabras retumban en la mente de Ana María, negándose a aceptar una realidad que parece inconcebible.
En un emotivo mensaje compartido en sus redes sociales, Trujillo reveló el tormento interior que la consume día tras día: "No, no, no, ¿Por qué? No entiendo nada, ¿Qué pasó?, ¿Qué es esto? No puede ser, Dios mío". Estas palabras, impregnadas de incredulidad y dolor, reflejan el naufragio emocional en el que se encuentra sumida.
Recordando momentos compartidos, Ana María evoca con cariño las noches en las que Kimberly buscaba consuelo en la calidez de su presencia, una figura materna que supo estar allí en los momentos más oscuros de su hijastra. "Hoy daría todo para que estuvieras de nuevo durmiendo con nosotros, y por tiempo indefinido", confesó "Deseando desesperadamente que el reloj retroceda y devuelva a Kimberly a su lado".
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Pero más allá del vínculo biológico, Ana María Trujillo reveló el profundo amor que profesaba por su hijastra. "Te amé como a una hija", declaró en una de sus publicaciones de Instagram.
A través de sus palabras, se vislumbra una conexión que trascendía los lazos de sangre, una complicidad que forjó recuerdos imborrables y la convirtió en más que una madrastra, en una amiga y confidente.
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El dolor de Ana María se multiplica al contemplar el sufrimiento de quienes quedan atrás. Su esposo, José Francisco Arata, se encuentra destrozado por la pérdida de su hija, sumido en una profunda desolación que amenaza con consumirlo.
En cada palabra escrita, en cada recuerdo compartido, Ana María Trujillo rinde un homenaje a la vida de Kimberly Arata, un ser querido que vivirá por siempre en los corazones de aquellos que la amaron.
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