Una noche en Tunja, los dueños de Caipiriña, la mamá de Baileys, notaron que su yegua se encontraba lista para dar a luz. Sin embargo, el animal se había acomodado de una manera inapropiada para el nacimiento así que decidieron darle tiempo a ver si el potro salía con naturalidad.
El correr de las horas, y la cría sin nacer, obligó a la familia Sandoval Machado a llevar a la madre a la clínica veterinaria Equimedic, en donde les informaron que el animal tenía fracturada gravemente una de sus patas, por lo que fue necesario aplicar la eutanasia. Según los veterinarios era imposible su recuperación.
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Durante el procedimiento lograron salvar a Baileys, quien lo primero que conoció más cercano a una madre fue a una veterinaria junto a los perros del lugar . De allí que su comportamiento sea similar al de un can, pues desde el día cero ha convivido con muchos de ellos, los cuales lo acogieron rapidamente a su manada.
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El no conocer a otros de su especie hizo que este pequeño caballo aprendiera a comportarte como un can y a mostrar un evidente apego hacia los humanos.
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Cuando está entre la jauría de perros, las personas tardan en notar que, entre ese montón de animales, hay un tierno caballito, pues hasta el tamaño y el pelo es similar al de sus amigos.
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Aunque es un caso agradable a la vista de los curiosos, para el futuro del pony lo mejor es que conozca la verdadera esencia de su especie . Por tal razón, especialistas veterinarios están trabajando para alejarlo de la dependencia que hoy tiene.
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