
Nada de rumores ni especulaciones. En la más reciente emisión de Yo Me Llamo, la tensión de la competencia se vio interrumpida por un momento que nadie se esperaba: un beso, una confesión y una manilla rasta que selló un nuevo romance en el set. Así como lo lees, el imitador de Bob Marley soltó la bomba en pleno programa y dejó al jurado, al público y hasta a sus compañeros con la boca abierta.
Todo comenzó luego de que Bob Marley interpretara la emblemática canción No Woman No Cry. El jurado dio su habitual retroalimentación, pero fue César Escola quien, sin saberlo, activó el chisme al preguntar inocentemente: "¿A quién le dedicaste la canción?" Y ahí fue cuando se prendió la fiesta.
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El participante, con una sonrisa nerviosa, respondió: “Esta vez vine con una Ángela al escenario”. La frase bastó para que todos voltearan a mirar con cara de "¿cómo así?". Escola no dejó pasar la pista y le fue directo al grano: “¿Estás hablando de la imitadora de Ángela Aguilar?” A lo que él, sin titubear, dijo que sí.
En ese instante, el equipo de producción hizo lo suyo y subió a la imitadora de Ángela al escenario. Lo que parecía solo una insinuación se convirtió en una escena digna de novela. Los jurados, especialmente Amparo Grisales, Laura Acuña y Melina Ramírez, no podían con la emoción.
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Y no era para menos: frente a cámaras, los dos confirmaron que el romance nació dentro del programa, en medio de conversaciones profundas y encuentros en la famosa “escuela” donde los participantes afinan sus imitaciones.

Así fue la confirmación del romance
Amparo, fiel a su estilo, no se aguantó y soltó un “¡hacen una pareja divina!”. Y para completar el momento, Laura Acuña les dio la “bendición” oficial del programa.
Pero lo más comentado vino después: los presentadores y el público empezaron a corear “¡beso, beso, beso!”. La pareja, sin pensarlo mucho, aceptó la petición y se dieron un beso que desató una ola de aplausos, gritos y caras sorprendidas. Hasta ahí, el espectáculo era total, pero el imitador de Bob Marley tenía algo más bajo la manga.
Sacó un regalo especial y le dijo a su compañera que quería entregarle algo muy significativo en la cultura rastafari: una manilla con los colores verde, amarillo y rojo.
“Esto no es por el valor, sino por el significado. Quiero que guardemos este momento”, le dijo mientras se la ponía. Los jurados pensaron que era un anillo, pero no, él aclaró que se trataba de un símbolo de unión con valor emocional.
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