El desierto de la Tatacoa, famoso por sus paisajes áridos y su riqueza paleontológica, ha revelado uno de sus mayores secretos: un fósil de “ave del terror”, también conocida como fororraco, perteneciente a un grupo de aves carnívoras que habitaron América del Sur hace millones de años.
Este descubrimiento, detallado en la revista Palaeontology, muestra la existencia de un ejemplar de estas imponentes criaturas que alcanzó una altura de entre uno y tres metros, un tamaño superior al que normalmente se asocia con estas aves.
El fósil, un hueso de la pata conocido como tibiotarso, ha sido pieza clave para entender mejor a estas aves carnívoras que, durante el Mioceno (hace unos 23 a 5 millones de años), dominaron los ecosistemas terrestres de Sudamérica.
La profesora Siobhán Cooke, de la Universidad Johns Hopkins, quien lidera el equipo de investigación, explicó que estas aves eran depredadores especializados, y que sus extremidades estaban adaptadas para correr y cazar, situándolas en el papel de principales depredadores en el ecosistema sudamericano.
Publicidad
Los fororrácidos, una familia de aves no voladoras que pesaban hasta 70 kilos, se destacaron por su tamaño impresionante y un cráneo adaptado para cazar, cualidades que les permitían ocupar el nicho ecológico de los grandes depredadores.
La estructura del tibiotarso recién descubierto sugiere que este ejemplar en particular habría sido un fororraco de mayor tamaño que muchos de sus congéneres en Sudamérica.
Publicidad
Federico Javier Degrange, paleontólogo argentino de la Universidad Nacional de Córdoba y especialista en estos animales, señaló que los fororrácidos son “el único grupo de aves que alcanzaron el papel de depredadores terrestres ápice” en el continente.
El tibiotarso presenta además marcas de dientes que los investigadores atribuyen al Purussaurus, un cocodrilo prehistórico que habitó la misma región hace unos 12 millones de años.
Estas huellas sugieren posibles interacciones entre los fororrácidos y otros depredadores de su tiempo , lo que añade un nuevo nivel de complejidad a la comprensión de la biodiversidad y las relaciones ecológicas de esa época.
El fósil fue inicialmente descubierto por el paleontólogo colombiano César Augusto Perdomo en el yacimiento de La Venta, cerca del desierto de la Tatacoa, hace casi dos décadas.
Publicidad
No obstante, no fue hasta ahora, gracias al trabajo colaborativo entre investigadores de diversas nacionalidades, que se logró confirmar su identidad como un fororraco gigante.
Este hallazgo no solo profundiza el conocimiento de la biodiversidad prehistórica en Colombia , sino que subraya la importancia de la colaboración internacional en el estudio de los ecosistemas antiguos.
Publicidad
Los fororrácidos, conocidos popularmente como "aves del terror" por su tamaño y capacidad de caza, eran aves no voladoras que , a diferencia de los avestruces actuales, estaban anatómicamente adaptadas para la caza terrestre.
Su robusto pico y sus potentes extremidades les permitían no solo alcanzar grandes velocidade s, sino también derribar presas de considerable tamaño, cumpliendo el rol de depredadores ápice en Sudamérica.
¿Qué impacto tiene este descubrimiento?
Este nuevo hallazgo es significativo, pues la mayoría de los fósiles de fororrácidos se habían encontrado en Argentina, mientras que en Colombia solo se contaba con fragmentos menores.
Este fósil de tibiotarso se suma a una lista creciente de descubrimientos que confirman que el desierto de la Tatacoa , y el yacimiento de 'La Venta' en particular, son áreas de gran relevancia para estudiar la fauna prehistórica.
Publicidad
Gracias a la colaboración entre científicos colombianos y extranjeros, el fósil de esta imponente ave revela un capítulo más de la historia evolutiva de la región y sugiere que, hace millones de años, el territorio colombiano estaba dominado por depredadores de gran tamaño.
Mira también: Luego de doce años nace polluelo de Cóndor
Publicidad