
“Mamá, no me abandones… me voy a morir” . La voz entrecortada, casi imperceptible, de Sara Millerey González Borja quedó grabada en la memoria de su madre como un eco que se niega a desvanecerse. Esa frase, dicha entre jadeos de dolor y el esfuerzo por levantar la cabeza para verla una última vez, marcó el final de una historia atravesada por el dolor, la angustia y una lucha silenciosa que terminó en una camilla de hospital.
Sara tenía 32 años. Su cuerpo fue encontrado el pasado 4 de abril en Bello, Antioquia, en la quebrada La García, donde fue hallada con múltiples fracturas. Según las autoridades, estuvo cerca de dos horas agonizando en el agua antes de ser rescatada por bomberos y unidades la Policía. Aunque fue llevada de inmediato a un hospital cercano, su cuerpo no resistió.
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En diálogo con el periodista Rafael Poveda, en el podcast 'Más allá del silencio', compartido en su canal de YouTube, la madre y la tía de Sara compartieron detalles nunca antes revelados. No solo relataron lo que vivieron durante esas horas en el hospital, sino también lo que Sara alcanzó a decir antes de morir.
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A pesar del deterioro en su cuerpo, Sara logró pronunciar frases que hoy retumban con fuerza. “Me voy a morir”, le dijo a su mamá mientras esta intentaba calmarla. Su madre, con la esperanza intacta, le respondió entre lágrimas: “No, mi amor, no te vas a morir. Te vas a recuperar”. Pero no fue así. Sara murió horas más tarde, dejando atrás no solo un cuerpo golpeado, sino también una familia con el alma rota.

¿Pudieron salvar su vida?
El relato que ambas mujeres compartieron con Poveda revela también una serie de inconsistencias en la atención médica recibida. Hablaron de una presunta negligencia, de una atención que, según ellas, no fue oportuna ni lo suficientemente efectiva. Detalles que ahora forman parte de las preguntas sin resolver que rodean el caso y que alimentan la investigación que adelanta la Fiscalía.
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Cuando Sara fue interrogada en el hospital sobre lo ocurrido, apenas pudo responder con un hilo de voz: “Fueron hombres malos… me tiraron a la quebrada… tengo mucha sed”. Después de eso, el silencio se apoderó de ella. La sed, la agonía, el frío del agua y las heridas en su cuerpo acabaron apagando su voz.
En medio del dolor, la madre de Sara contó cómo intentó darle fuerzas, cómo sostuvo su mano mientras veía cómo se le escapaba.
Las autoridades, por su parte, han ofrecido una recompensa de hasta 50 millones de pesos por información que permita identificar a los responsables. La investigación sigue su curso bajo la supervisión del Grupo Nacional de Trabajo para la Investigación de Violencias Fundadas en la Orientación Sexual y/o Identidad de Género de las Víctimas.
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