
En Villeta, Cundinamarca, dos familias que antes vivían en condiciones difíciles hoy tienen un lugar digno para vivir gracias a la generosidad y entrega de más de 50 voluntarios que, con sus manos y su tiempo, construyeron de cero las viviendas que les entregaron.
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Fue la Alcaldía municipal de Villeta la encargada de liderar la entrega oficial, sin embargo llama la atención la historia detrás de las personas de buen corazón que hicieron posible esta obra. Vecinos, comerciantes, jóvenes y adultos se sumaron a esta cruzada solidaria que transformó bloques, cemento y madera en un hogar lleno de esperanza.
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Durante semanas, los voluntarios no solo donaron materiales, sino que también se pusieron el overol, cargaron ladrillos, mezclaron arena y pintaron paredes. Todo para ver cumplido el sueño de dos familias que ahora tienen un techo seguro.
La iniciativa nació de una alianza entre la administración municipal, la Fundación Orden de Malta, la Fundación Compasión y varios comerciantes locales, pero fueron las manos anónimas las que hicieron la diferencia.
Una de las historias que más conmovió a la comunidad fue la de Karen, una joven madre con discapacidad visual, diagnosticada con displasia de cadera y que, además, estaba embarazada cuando fue seleccionada para recibir una de las viviendas. Su caso tocó fibras en redes sociales, lo que impulsó a la gente a organizar bingos, recolectas y donaciones para poder completar lo necesario para su casa.
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Gracias a esa ola de solidaridad, la vivienda de Karen no solo fue terminada, sino que también fue entregada completamente amoblada. Nevera, cama, estufa, utensilios de cocina y todos los elementos básicos hicieron parte del regalo. Todo esto le garantiza a ella y a su bebé un entorno cómodo y seguro.
“Lo que más emociona es ver cómo la comunidad se unió sin esperar nada a cambio. Ver las llaves en las manos de Karen y saber que muchos pusieron su granito de arena es algo que no tiene precio”, expresó el alcalde Yosimar Reyes, quien también destacó la labor de quienes ayudaron silenciosamente.
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El programa tiene como meta llegar a beneficiar a cerca de 100 personas en situación de vulnerabilidad extrema en el municipio. Sin embargo, para quienes participaron, la recompensa más grande ya está en la sonrisa de las familias que hoy tienen un hogar gracias a la solidaridad colectiva.
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