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Terapia de conversión sexual: el aberrante "remedio" para "curar" ser gay

En varios países del mundo se sigue aplicando la cuestionable metodología que, incluso, ha despertado la reacción de la ONU.

Lgtbiq
Nueva Zelanda prohíbe terapias de conversión sexual
mbolina/Getty Images/iStockphoto

Justo cuando creemos que hemos avanzado como sociedad frente a temas arraigados con la sexualidad de los seres humanos, aparecen iniciativas como las de un legislador de laFlorida que pretendía prohibir a los profesores y distritos escolares discutir con los estudiantes sobre temas relacionados con género y orientación sexual, a través de un proyecto denominado "Don't say gay" , o sea "No digas gay".

En muchas partes del mundo, por no decir en todo; la homosexualidad ha sido considerada un trastorno mental. De hecho fue sólo hasta 1973 que fue eliminada del Manual de Enfermedades Mentales. Y aunque desde entonces, se ha venido luchando contra todos los actos y comportamientos homofóbicos, infortunadamente aún pasa que todo aquel que se sienta atraído por alguien de su mismo sexo, y lo saque a relucir es señalado, marginado y en muchas ocasiones hasta obligado a someterse a terapias que lo hagan recapacitar sobre lo que es considerado una anomalía.

Dichas terapias, denominadas terapias de conversión sexual, las cuales tienen como objetivo "curar" y llevar por el "camino del bien" a quienes no se sientan identificados por la heterosexualidad, han sido declaradas como torturas disfrazadas. Sus tratamientos que incluyen sesiones psicológicas, psiquiátricas y hasta espirituales, han sido señalados por la Organización de Naciones Unidas, como las causantes de diferentes traumas en la vida de quienes han sido sometidos a ella.

Y es que resulta increíble pero cierto, que en este punto de la la historia, pleno siglo XXI, alguien tenga que enfrentarse al rechazo familiar por recomendación "médica", o a ingerir altas cantidades de medicamentos para tratar desordenes neurológicos sólo porque no sentir atracción por alguien del sexo opuesto.

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Por eso y más, Nueva Zelanda se suma a la lista de países en los que queda rotundamente prohibido llevar a cabo este tipo de terapias.

Con ello se ha puesto fin a “un error hiriente, insidioso y destructivo”, dijo el viceprimer ministro Grant Robersto a la Radio New Zealand.

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Además se contempla una ley que de una pena de hasta tres años de cárcel a quien aplique este tipo de terapias a una persona menor de 18 años o incapacitada para tomar decisiones.

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