Aunque el matrimonio de Monae y Adriel se dio inicialmente en una prisión de Pensilvania, luego en libertad hicieron una gran boda, esta vez, con todas las de la ley.
Pese a que Monae, empezó a tomar los reemplazos hormonales en prisión, la legislación de en ese entonces, todavía encarcelaba a las personas transgénero según su sexo al nacer si no se habían realizado una cirugía.
Ella, por su parte, siempre aseguró que a pesar de las circunstancias de estar encarcelada con solo hombres, allí conoció el amor, por lo que dice que el destino le jugó una buena pasada.
“Fue un flechazo a primera vista”, relata Monae, desde que cruzaron miradas en la lavandería de la prisión no dejaron de hablar, y no pasó mucho tiempo para que empezaran a salir, dentro de los límites que tenía su reclusión.
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Al tener la oportunidad de conocerse en un lugar tan hostil como es la prisión, tuvieron que soportar diferentes dificultades, que no solo se reducían a buscar instancias para reunirse, sino que también, tener que enfrentarse a los ataques de los demás presos y del personal de la prisión.
Aún así, pudieron reafirmar su relación en el momento en que Adriel le propuso matrimonio a Monae. Tuvieron que esperar que ambos estuvieran libres para casarse, siendo Adriel el último en ser liberado.
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