¿Alguna vez has intentado mover el mouse con tu mano izquierda si eres diestro, o con la derecha si eres zurdo? Al principio parece torpe, incómodo y hasta frustrante. Sin embargo, estudios en neurociencia han mostrado que este simple ejercicio, incluso si solo lo haces durante un minuto, activa áreas de tu cerebro que normalmente permanecen en reposo cuando utilizas tu mano dominante.
Cuando realizamos tareas cotidianas con la mano que menos usamos, el cerebro se ve obligado a “romper esquemas” y a formar nuevas conexiones neuronales. Es lo que los expertos llaman neuroplasticidad, la capacidad que tiene el sistema nervioso de adaptarse, reorganizarse y crear nuevas rutas para procesar la información.
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¿Qué pasa exactamente en tu cerebro?
Durante ese minuto en el que decides cambiar el control del mouse de mano, la corteza motora, que es la región encargada de coordinar los movimientos, recibe un reto inusual. Se activan de manera simultánea la corteza contralateral (el hemisferio opuesto al que usas) y las áreas relacionadas con la coordinación visomotora. En otras palabras, tu cerebro se esfuerza más para lograr que tu mano “aprenda” un movimiento que no le resulta natural.
Ese esfuerzo adicional genera un efecto positivo: se fortalecen las conexiones entre neuronas y se activa la memoria motora, que con el tiempo permite que tu mano no dominante se vuelva más hábil. Aunque al comienzo se siente lento y hasta torpe, el cerebro agradece ese reto porque lo obliga a salirse de la rutina.
Beneficios de este hábito tan sencillo
- Mejora la coordinación: al ejercitar la mano menos hábil, la motricidad fina se equilibra.
- Estimula la creatividad: activar ambos hemisferios del cerebro fomenta la generación de ideas nuevas.
- Fortalece la atención: como la tarea requiere más esfuerzo, la concentración aumenta.
- Entrena la memoria: el cerebro guarda la experiencia de un nuevo aprendizaje motor.
Incluso con solo un minuto al día puedes sentir la diferencia. A largo plazo, este tipo de ejercicios han demostrado ser útiles para mantener la mente activa y flexible.
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Cómo probarlo en casa
- Cambia el mouse de lado en tu escritorio.
- Intenta mover el cursor y abrir programas con tu mano no dominante.
- Haz clic en algunos enlaces o escribe algo corto con ayuda del mouse.
- No importa si al principio te sientes torpe: esa incomodidad es la señal de que tu cerebro está trabajando.
En conclusión, aunque parezca un simple juego, mover el mouse con la mano que menos usas es un mini entrenamiento cerebral. Un minuto puede parecer poco, pero es suficiente para encender nuevas conexiones neuronales y darle a tu cerebro un empujón extra de agilidad mental.