La fortuna que en Rusia 2018 dio la espalda en la misma situación, una tanda de penaltis de octavos de final, reapareció para castigar a una España que mascó la impotencia de un dominio improductivo , la frustración de su falta de pegada ante una Marruecos combativa, que a base de coraje llevó el duelo al factor fortuna que, nuevamente, dio la espalda a Luis Enrique.
Los males de la selección española reaparecieron para volver a caer en los octavos de final de un Mundial . Más de doce años sin estar entre las ocho mejores del mundo . Con un sello inconfundible que será legado de Luis Enrique si decide no seguir en el cargo pero también debilidades para no salir airosa en la superioridad.
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La posesión improductiva, apenas tres remates en 120 minutos, la falta de pegada, la ausencia de un líder que se eche el equipo a sus espaldas . La incapacidad de vencer un duelo directo en 90 minutos de una eliminatoria desde su última Eurocopa conquistada en 2012. Luis Enrique no encontró la fórmula para volver a reinar.
En el Mundial pasó del asombro al colapso. De deslumbrar ante Costa Rica a sembrar la duda por unos minutos de desconexión ante Japón que debía despejar en unos octavos de final que no supera desde Sudáfrica . Una barrera insalvable que, para dejarla atrás, estaba obligada a igualar la intensidad del rival. Marruecos, la ilusión de un país, la liberación del que compite sin presión tras haber ya cumplido como revelación del torneo. Presentó un choque durísimo, parapetada en su terreno. Siempre al límite.
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En ese sello inconfundible de España, protagonista siempre desde el balón, encontró en el camino numerosos partidos similares. Rival encerrado que defiende con máxima intensidad, respaldado en su potencia física para castigar cualquier imprecisión. Instalada en campo contrario gana importancia la presencia de Rodri como central , convertido en un centrocampista más. Para aumentar la calidad de la posesión, sorprendió Luis Enrique con el estreno de Marcos Llorente. De no contar a hacerlo de titular. Por delante de un Azpilicueta tocado y un Carvajal en un momento bajo.
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No es habitual la renuncia a la inspiración goleadora de un jugador en racha. Lo hizo de inicio con Álvaro Morata , suplente tras marcar en cada partido del torneo. La idea era buscar movilidad ofensiva para encontrar espacios que tardaron en aparecer . España necesitaba máxima precisión en el pase, transiciones con rupturas de Pedri y desmarques en las bandas. Comprobó la dureza desde el inicio, con la patada de Ziyech a Jordi Alba , y le costó generar peligro ante un 4-1-4-1 sin fisuras.
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Los riesgos que suele tomar Unai Simón para poner el corazón en un puño a todo un país, los asumió en esta ocasión Bono . Marruecos era el ejemplo de orgullo de todo un pueblo por su entrega. España se armaba de paciencia esperando el desgaste del rival . En plena tensión aparecía la pelea contra todos de Gavi, una acción de calidad aislada de Pedri. Una falta de Hakimi como primer acercamiento y el desequilibrio generado por Boufal.
Marruecos no atendió a la debilidad mostrada por España cuando Alemania le buscó arriba o Japón le hizo daño desde la necesidad. Se sintió fuerte entregando el balón, sin rifarlo en salida cuando lo tuvo, sin sufrimientos ni concesiones. Solamente un desmarque de ruptura de Marco Asensio al pase en profundidad de Jordi Alba y el disparo de zurda al lateral de la red a los 26 minutos. Apenas Ferran la pedía al espacio para lanzar centros sin rematador. Ni un disparo a puerta.
El duelo entraba en el momento decisivo con el dominio apabullante español ante el cansancio marroquí. Las piernas pesaban. Olmo chutaba a la luna, Nico iniciaba desbordes, Llorente llegaba a línea de fondo, Morata disparaba cruzado y no encontraba puerta de cabeza. E spaña hacía merecimientos pero no demostraba con gol su superioridad y Bono evitaba el triunfo sobre la bocina con una estirada a la falta lateral de Olmo que nadie tocaba y se envenenaba.
Salvada España por Unai Simón con una parada con los pies decisiva a los 104 minutos cuando Cheddira superó a Rodri y chutó raso. Luis Enrique buscó la frescura de la juventud con Balde y Ansu , un riesgo si llegaban los penaltis. Marruecos los firmaba y España era incapaz de generar peligro. Jugando con un 9 y sin centros que rematar. Sin responder con autoridad al favoritismo. Acabando el partido con las manos en la cabeza por el derechazo al poste de Sarabia tras aparecer en el segundo palo al centro de Rodri.
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La moneda al aire y salió cruz. El disparo al poste de Sarabia que había entrado para tener un experto. El golpeo blando del más fiable, Carlos Soler. El error del capitán Busquets , el día que igualaba el récord de partidos de leyendas como Casillas y Ramos. En el cierre más doloroso con el golpeo blando a lo Panenka de Hakimi. El más que posible adiós de Luis Enrique mascando la impotencia de una eliminación difícil de digerir.
Carlos calero y Jessica Cediel en Corchados del mundial
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