El pasado viernes 29 de agosto de 2025, un hecho de violencia contra una vendedora ambulante volvió a poner en evidencia la inseguridad que se vive en el espacio público de Bogotá. Leidy, emprendedora y madre cabeza de familia que comercializaba dulces y productos mexicanos, fue víctima de una brutal agresión en la carrera Séptima, en pleno corazón de la capital.
De acuerdo con la denuncia de la joven, el ataque fue perpetrado por dos mujeres venezolanas, madre e hija, quienes desde hace meses la habrían estado intimidando y hostigando. La disputa surgió por el control del sector, donde, según Leidy, las agresoras insistían en que solo ellas podían vender. La tensión terminó estallando cuando, en medio de una transmisión en vivo para promocionar sus productos, fue atacada con un objeto cortopunzante que le causó varias heridas en el rostro.
Un ataque con consecuencias devastadoras
El relato de la víctima indica que las mujeres no solo la agredieron físicamente con la intención de desfigurarla, sino que también se llevaron toda su mercancía y su mesa de trabajo, dejándola sin los recursos que sostenían a su hija pequeña. La situación se tornó aún más crítica cuando, tras la agresión, sus familiares comenzaron a recibir amenazas para que Leidy no regresara a la zona.
El caso provocó una ola de indignación en la ciudad, ya que la violencia se produjo a plena luz del día y en una de las vías más transitadas de Bogotá. La agresión contra la joven vendedora reflejó la falta de garantías de seguridad para quienes intentan ganarse la vida en el espacio público, donde la competencia entre comerciantes suele transformarse en enfrentamientos por el control de los lugares de trabajo.
Apoyo ciudadano y llamado a las autoridades
Tras conocerse los hechos, se organizó un plantón en apoyo a Leidy, con el fin de recaudar fondos que le permitan recuperar su negocio y enviar un mensaje de rechazo a la violencia ejercida contra los vendedores informales. Varios influencers vinculados al emprendimiento y a la venta de productos en redes sociales expresaron su respaldo a la afectada y criticaron la ausencia de medidas efectivas para garantizar su seguridad.
Hoy, la joven enfrenta las secuelas físicas de un ataque que la dejó con cicatrices visibles en su rostro y sin la posibilidad inmediata de continuar con su negocio. El caso no solo reabrió el debate sobre la inseguridad en el centro de Bogotá, sino también sobre la urgencia de regular y proteger a los trabajadores informales, quienes siguen expuestos a disputas territoriales, amenazas y violencia sin contar con un respaldo institucional sólido.
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