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El terrible caso de una hija que se cansó de la sobreprotección de sus padres y los mandó a matar

La hija pagó a sicarios cerca de $37 millones de pesos para que le cumplieran su 'deseo'.

18089_Foto de referencia: Getty Images
La hija fue condenada a cadena perpetua.
Foto de referencia: Getty Images

Un macabro hecho cometido de manera intelectual por parte de una hija que se cansó de la sobreprotección de sus padres, y que los mandó a matar con el único fin de 'liberarse de esa carga', sacudió al mundo.

Jennifer Pan, nació el 17 de junio de 1986, en Markham, Canadá. A lo largo de su etapa en el colegio, llevaba una vida aparentemente perfecta y cumplía a cabalidad con todas las obligaciones que le imponían sus padres, Hann Pan y Bich Ha Pan; esto era motivo de orgullo para su familia asiática que migró a suelo norteamericano en busca de una mejor vida.

Sus progenitores se encargaron durante la adolescencia de Jennifer, que se mantuviera lo más ocupada posible para que no se desviara en caminos incorrectos, por lo que la vigilaban muy de cerca.

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La hija tuvo que asistir a diferentes actividades extracurriculares tales como: clases de piano, flauta y patinaje artístico, esto último debido a que sus padres querían que Pan fuera una atleta profesional y olímpica. Sin embargo, una rotura de ligamentos en sus rodillas se lo impidió.

Conforme avanzaba el tiempo, Jennifer se vio envuelta en una crisis ante la monotonía que afrontaba, pues, lo único que quería hacer en su tiempo libre era desarrollarse como una joven normal, tener amigos como cualquiera y elegir ella misma su vocación. Medios locales aclararon que el único momento en que no tenía los ojos encima de sus padres, era en la escuela.

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El rendimiento de Jennifer en el colegio empezó a deteriorarse, obteniendo las peores calificaciones de su curso. Ante este cambio abrupto, sus profesores intentaron comunicarse por medio de boletines con el señor y la señora Pan.

Para evitar el contacto y que sus padres siguieran creyendo que su hija era 'ejemplar', Jennifer se las ingenió y logró falsificar las anotaciones, al conseguir la firma perfecta de sus progenitores para hacerse pasar por ellos y engañar a los docentes.

Justo cuando llegó la fiesta de graduación, sus padres le volvieron a prohibir que se relacionara y bailara con cualquier compañero. Sin embargo, le concedieron uno de sus pocos permisos y consiguió poder ir a la excursión de fin de año con sus amigos. En ese viaje conoció a su enamorado, uno de los autores intelectuales del crimen, Daniel.

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En aras de ingresar a la Universidad Ryerson de Toronto, la Institución le negó a Jennifer su solicitud de beca a causa de sus malas notas y también, porque no tenía su diploma de bachiller, ya que nunca se graduó, tan solo fingió.

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Por lo cual y junto con su pareja, se les ocurrió la idea de volver a falsificar dicho documento con la finalidad de que el señor y la señora Pan pensaran que sí había sido admitida en la carrera de Farmacia.

La hija se comprometió con el tema y compró algunos libros relacionados para empaparse del contenido de lo que "estaba estudiando". Inclusive, veía documentales en internet para familiarizarse un poco más.

Finalmente, Jennifer se independizó gracias a otra mentira, en la que le dijo a sus padres que se iría a vivir con una amiga, y la verdad es que estaba ubicada en la casa de su novio. Su manutención la generaba gracias a clases de piano que dictaba y al trabajo que le ofreció su pareja en su restaurante.

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El día de la supuesta graduación como profesional para la hija llegó, e inventó una nueva excusa para que Hann y Bich no la descubrieran, advirtiendo que no podían asistir a la ceremonia por motivos de aforo del salón alquilado.

Luego, cuando inició su vida laboral, engañó a sus padres nuevamente asegurándoles que había conseguido una vacante en un laboratorio de sangre. Un día, decidieron llevarla a su trabajo, y estando dentro, Jennifer huyó. Este acto levantó las sospechas para el señor y la señor Pan.

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Por la anterior razón, los progenitores se comunicaron con la "compañera de piso de su hija" y aquí es cuando descubrieron la verdad que les ocultó por años. Dicho motivo, Hann y Bich castigaron de manera severa a Jennifer haciéndola renunciar a sus trabajos, a su relación y le pusieron un rastreador GPS para vigilar cada uno de sus movimientos.

Para el 2010 y ya cuando tenía 24 años, Jennifer se reencontró con una vieja amistad del colegio y compaginaron de tal manera, al ver que se encontraban en la misma posición de sobreprotección ejercida por sus padres y lo único que querían era venganza en contra de ellos.

En una primera ocasión, contrataron a un sicario por $1.500 dólares (cerca de cinco millones y medio), pero este lo único que hizo fue robarles el dinero. No contenta con eso, especialmente Jennifer, volvió a retomar amistad con Daniel para que le ayudara a capitalizar su crimen.

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La pareja se contactó con un grupo de sicarios los cuales les cobraron 10.000 dólares (más de $37 millones de pesos). Fue el 8 de noviembre de 2010 cuando ocurrió el macabro acto. Jennifer se puso de acuerdo con Daniel y los criminales para que entraran a su casa en la noche y lograran el objetivo.

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Para esto, la hija dejó abierta las puertas de su residencia, facilitando el acceso de los asesinos. Una vez dentro, los sicarios amordazaron a Hann, Bich y Jennifer en el primer piso y les pidieron que les entregaran todo el dinero que tuvieran a su alcance.

En medio de la escena, los gatilleros abrieron fuego. La madre fue impactada y murió en el acto, mientras que el padre logró escapar. De inmediato, Jennifer llamó a las autoridades para denunciar un 'robo'.

Los efectivos trabajaron arduamente en esclarecer los hechos y notaron que si se trató de un robo, por qué no se llevaron nada. Hann, luego de sobrevivir a un coma inducido, testificó en contra de su hija ya que indicó que los sicarios la conocían.

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Ante la presión, Jennifer se vio en la obligación de confesar pero mintió, diciendo que había contratado a los sicarios para que la mataran a ella y se equivocaron al dispararle a sus padres.

En diciembre de 2014, se corroboró la culpabilidad de Jennifer y Daniel, como autores intelectuales, y de los sicarios, como autores materiales, quienes fueron condenados, los 4, a cadena perpetua. Por otro lado, el padre quedó con serias afectaciones a causa de los impactos de bala y no pudo volver a trabajar.

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Jennifer Pan
Jennifer Pan junto con Daniel y los tres sicarios.
/ Foto: Policía de Toronto, Canadá

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