Lawrence John Ripple, un hombre de 70 años de edad, harto de vivir con su esposa decidió asaltar un banco para ser arrestado, ir a prisión y no volver a su casa, pero jamás imaginó que todo le saldría al revés.
Después de cometer el asalto, en el que el empleado del banco le entregó unos 3000 dólares, Lawrence en lugar de salir corriendo se quedó sentado en la recepción sentado esperando que llegara la policía para ser arrestado.
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El juez Carlos Murguia dictó sentencia de seis meses de arresto domiciliario, tres años de libertad vigilada y 50 horas de trabajo comunitario.
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Terminó castigándose peor por querer escapar de su esposa.
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